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Calle Santiago Apóstol: El paradigma del buen ambiente y la diversión vecinal

No solo para fiestas y comidas, los vecinos también quedan con cierta frecuencia para hacer deporte. // Rafael Ríos

Desde el inicio de la pandemia estos residentes de la Cruz de San Jorge no han dejado de organizar actividades temáticas y encuentros para fomentar la convivencia

María José García

A pesar de que muchos ciudadanos vieron agravada su soledad e interrumpidas sus interacciones sociales a raíz de la irrupción de la pandemia de coronavirus, otros supieron cómo conectar con su núcleo más cercano, estableciendo nuevos lazos que, lejos de desaparecer tras los primeros meses de la crisis sanitaria, se han estrechado.

Un ejemplo lo encontramos en uno de los tramos de la calle Santiago Apóstol, ubicada en la zona de la Cruz de San Jorge, cuyos vecinos comenzaron a hacer piña, especialmente, cuando se declaró el estado de alarma. Con los aplausos a los sanitarios se instauró, también en otras barriadas rondeñas, la costumbre de acompañar este gesto con música para insuflar ánimo durante aquellos meses de incertidumbre y hastío.

Cuando comenzaron a suprimirse restricciones, algunas de las 80 familias que residen en este tramo de la calle decidieron apuntarse a un pequeño bingo donde se establecieron los primeros contactos entre algunos de ellos y decidieron crear un grupo de WhatsApp titulado ‘La que se avecina’, en honor a la serie que emite Mediaset.

Uno de los residentes en Santiago Apóstol, Rafael Ríos, se ha convertido en la cara visible del grupo, llevando la iniciativa, junto a su mujer, Silvia Medina, de muchas de las actividades que allí se organizan y que, desde hace más de un año, ha servido para fomentar la convivencia y el buen ambiente entre vecinos.

“Como no se pudo celebrar la feria, hicimos una pequeña para los niños. Tampoco se pudo hacer cabalgata, así que hicimos los carnavales dentro de nuestro porche. Llegaron los Reyes, y preparamos un camión de la obra para que llegaran. La verdad es que fue muy divertido y lo hemos seguido manteniendo. Es una calle en la que la mayoría de los vecinos nos llevamos muy bien”, sostiene Ríos, que recuerda una colecta que se emprendió desde esta zona de la ciudad a beneficio de las Hermanitas de los Pobres y en la que entregaron productos por valor de más de 3.400 euros.

El rondeño argumenta que, uno de los principales objetivos de propiciar estos encuentros es recuperar un modo de vida, no tan lejano, en el que los vecinos tenían una relación más estrecha, casi familiar y que él recuerda de su niñez. “Cuando vivía de pequeño en San Rafael, me acuerdo de que en la calle estaban nuestras madres juntas, los niños, los vecinos… Eso por desgracia se ha ido perdiendo. Ahora vas a un portal y muchas veces no sabes ni quiénes son tus vecinos”, admite.

En palabras de Ríos, las familias que aquí residen son “gente trabajadora que abre sus puertas si lo necesitas”, y señala como otra ventaja de esa unión que los niños pasen su tiempo de ocio jugando en la calle. “Mis niñas tienen la Play Station y creo que no han jugado nunca. Juegan en la calle, ahora saben lo que es una canica, un trompo, jugar a la rayuela, al pilla pilla…Y todos disfrutamos”, cuenta.

Solo desde el mes de septiembre, el grupo ha organizado una pequeña Feria de Pedro Romero, en la que no faltaron disfraces de toreros ni sevillanas; un pasaje del terror coincidiendo con Halloween orientado a los niños de la calle; la visita de Papá Noel a las casas para entregar pequeños regalos; unas Pre-Campanadas y una mini cabalgata de los Reyes Magos.

Los vecinos se reúnen una vez al mes en un almuerzo al aire libre, para disfrutar de una paella o de unas masitas que corren a cargo de Atanasio, uno de los vecinos que es cocinero. Pero no solo para el disfrute. Los vecinos de Santiago Apóstol también quedan para salir a correr o a hacer aerobic en la propia calle.

Las propuestas que llegan al grupo de WhatsApp suelen atraer a numerosos adeptos que no quieren perderse nada para disfrutar de un ambiente familiar y divertido. Alejandro López, otro de los vecinos, se mudó hace seis meses con su mujer y su hija Paula, y reconoce que desde un primer momento se sorprendió por el movimiento que se veía siempre en la calle.

Hoy ellos también son habituales de esos encuentros. “El hecho de que la calle esté cortada al tráfico también ha creado más comunidad y hace que los padres nos sintamos cómodos dejando a los niños jugar en la calle”, admite. Así, Ríos adelante que los vecinos ya estudian organizar algún encuentro de cara a San Valentín.