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La nueva bandera de Ronda

El Reino Unido y Alemania son dos de los principales destinos de los jóvenes rondeños. // CharryTV

Artículo de opinión de Manolo Guerrero

Mucho se está hablando estos días de la que será la nueva bandera de Ronda y del antiguo pendón deshilachado que constituye la base de las tres propuestas que el Ayuntamiento presentará para determinar mediante una consulta popular el nuevo símbolo de la ciudad.

Una bandera que, previsiblemente, ondeará a partir de mayo en el balcón de la alcaldía, en el Parador de Turismo o en la segunda edición de Ronda Romántica. Vaya por delante mi respeto y admiración a la comisión de investigadores y expertos en temas históricos que, altruistamente, pretenden sacar adelante un proyecto que ya una vez quedó aparcado, como casi todos.

Como aportación personal y si este símbolo pretende representar la realidad rondeña, el color de nuestra bandera debería ser lúgubre y oscuro, como el presente que estamos viviendo y el futuro que se avecina en una tierra en la que no hay oportunidades para casi nadie y en la que el día a día se ha convertido en un drama para la mayoría de familias.

Esto no es lo que nos vendieron. Ni se han construido centros comerciales en los que trabajarían mil rondeños; ni han mejorado las conexiones por carretera y ferrocarril con otras ciudades; ni han venido turistas de un alto poder adquisitivo a jugar al golf; ni tampoco ha crecido el suelo industrial, que se reduce a un demacrado polígono en el que resulta complicado encontrar alguna empresa capaz de llegar desahogadamente a fin de mes. En los últimos años sólo hemos asistido a la presentación de proyectos especulativos en su mayoría y hemos permanecido impasibles al ver cómo a pocos días de unas elecciones venían politiquillos de Málaga o Sevilla en sus coches oficiales a reírse de nosotros en nuestras santas narices. 

Rara es la semana que no veo cómo algún paisano hace su maleta para buscar en el extranjero la oportunidad que aquí le niegan. Jóvenes en su mayoría con titulación universitaria que tienen que dejar Ronda para emprender una aventura incierta en busca de una vida digna, aunque sea haciendo camas o fregando platos y viendo cómo el título que enmarcaron tras cuatro o cinco años de fatigas les sirve únicamente como elemento decorativo. Como hicieron nuestros abuelos, teniendo que sortear enormes barreras como el idioma o la distancia y amparándose en ocasiones en los servicios sociales de su nuevo estado de residencia, Alemania o el Reino Unido en la mayoría de los casos.

Y mientras... ¿Qué se hace aquí? Cierto es que la situación también es complicada para las corporaciones locales pero, ¿dónde quedó la capacidad de reinventarse? ¿Qué iniciativas se han puesto en marcha para formar o dar empleo a nuestros jóvenes? ¿Se desplazan nuestros representantes políticos a ferias que se celebran en el resto de España o el extranjero para importar ideas y aplicarlas aquí? Sirva como ejemplo que hace unos años se creó la Mesa por el Empleo, un organismo que se difuminó por arte de magia tras una presentación a bombo y platillo centrada más en la búsqueda del voto que en el futuro de la ciudad y su gente.

Lejos de todos los objetivos que se plantearon para su constitución, la aportación de este órgano desde 2011 se limita a unas recientes jornadas en las que se pretendía trazar el desarrollo económico de la comarca y a las que sólo asistieron algunos de sus organizadores... y un ciudadano que creyó haber leído que la convocatoria iba dirigida a la creación de una bolsa de empleo.

Por no hablar de la Escuela Taller, un lugar en el que muchos rondeños aprendieron un oficio y donde ahora la actividad se limita casi exclusivamente a cursos de español para extranjeros, en este caso por la inacción de la Junta de Andalucía.

El día a día transcurre entre noticias como la nueva bandera para la ciudad, la colocación de contenedores para pilas usadas, un autobús en el que puedes conectarte a Internet o la presentación de una agenda cultural. Quizás esas iniciativas sean necesarias, pero no parece lógico que la labor de quienes manejan nuestro presente y futuro se reduzca a eso y a una encarnizada lucha por el poder en sus respectivas formaciones. Reaccionen y céntrense en lo verdaderamente importante, porque quienes depositaron su confianza en vosotros no lo hicieron para ondear la bandera de Alemania o el Reino Unido. Y los echamos de menos. 

 Manolo Guerrero