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“La pérdida no se termina de aceptar, se trata de aprender a convivir con la ausencia”

La rondeña residente en Málaga es la primera Doctora graduada en Trabajo Social por la Universidad de Málaga. // Juan Velasco

La rondeña residente en Málaga es la primera Doctora graduada en Trabajo Social por la Universidad de Málaga. // Juan Velasco

La trabajadora social rondeña Ana Cristina Ruiz Mosquera publicará el próximo 15 de septiembre la obra Resiliencia en procesos de duelo

10 Sep 2021 - 16:31 // Charry TV Noticias

María José García

El próximo 15 de septiembre saldrá a la luz Resiliencia en procesos de duelo, una publicación de la Editorial Gedisa a cargo de las trabajadoras sociales María de las Olas Palma y Ana Cristina Ruiz Mosquera. Esta última rondeña residente en Málaga y primera Doctora graduada en Trabajo Social por la Universidad de Málaga que desarrolla su labor en la Asociación Alhelí, una entidad que proporciona apoyo a afectados por el duelo patológico. La próxima semana podremos disfrutar del nuevo libro tanto en formato físico en las librerías de nuestra ciudad como en e-book.

¿Cómo se gesta esta obra? ¿A quién va dirigida?

—Este libro nace de la necesidad de tener un material al que los trabajadores sociales puedan acudir cuando trabajen con personas en situación de duelo. La pandemia ha propiciado que hablemos más de la muerte, las pérdidas, porque nos ha tocado muy de cerca a todos y, desde la profesión del trabajo social, era un ámbito bastante desconocido. Trabajando en diversos cursos, webinars, etc., los profesionales siempre lamentaban la falta de una herramienta. Esta es mi forma de devolverle a la profesión lo aprendido durante estos años de prácticas con personas que han perdido a seres queridos. Siempre lo hago desde una perspectiva resiliente, tanto Mariola como yo hemos querido plasmar la fortaleza que desarrollan las personas pese a atravesar los momentos más duros de sus vidas.

¿Qué aporta el trabajador social a la superación de ese dolor?

—Creo que el Trabajo Social tiene que alejarse de esa perspectiva asistencialista a la que estamos acostumbrados. Durante años las personas nos han visto como meros gestores de recursos, pero esos recursos pueden encontrarlos ellos mismos, y pueden trabajar con sus herramientas personales. Orientados por un profesional, pueden ser capaces de aprender a vivir con la ausencia de ese ser querido. Una de las cosas en las que hacemos especial hincapié en este libro es que en la descripción de las fases del duelo siempre se señala como última fase la aceptación, y si algo nos ha enseñado la práctica es que las personas nunca llegamos a aceptar de forma tajante la pérdida del ser querido, sino que vamos aprendiendo a convivir con esa ausencia a lo largo del tiempo y siempre con una predisposición a ese agarrarse a la vida. Ese querer seguir viviendo.

¿Cómo ha afectado la pandemia a la manera de gestionar la pérdida de un ser querido?

—Para nosotros como profesionales ha sido un gran reto en estos tiempos, porque es una situación sin precedentes y hemos tenido que sacar nuevas herramientas y animar a las personas a realizar otro tipo de despedida, porque para la elaboración del proceso de duelo es fundamental despedirse. Hemos tenido que cambiar los rituales cuando no nos podíamos reunir, o cuando las pérdidas las producía el COVID, y no estaban permitidas esas despedidas, esos funerales que hemos venido realizando. Es importante dotar a las personas de ese tipo de herramientas y sobre todo promover el apoyo de los familiares y de los seres queridos de una forma distinta, a través de videollamada… Esto ha sido un proceso de aprendizaje acelerado para todos.

¿Qué suele lastrar el proceso de duelo?

—En ocasiones, la falta de apoyo. Hoy día vivimos rodeados por redes sociales, muchos contactos y personas que parece que están con nosotros, pero es cierto que cuando se produce una pérdida y esa pérdida es traumática, como puede ser un suicidio o un accidente, las personas de nuestro entorno en ocasiones no saben cómo afrontar esa situación, no saben cómo demostrar apoyo hacia la persona que ha sufrido la pérdida. También a veces el tipo de pérdida genera un lastre, por ejemplo, la culpa. Cuando se trata de un suicidio, las personas se preguntan ¿Y si yo hubiera hecho...?, ¿Y si yo le hubiera dicho...?, y esos “y sis” al final lo que hacen es ir lastrando a la persona hacia un estancamiento en el proceso de duelo. Es importante que esa culpa se trabaje y se reconozca que realmente no existe.

Existe un estigma social con respecto a la muerte perinatal e infantil...

—De hecho, para mí personalmente era un ámbito totalmente desconocido. He querido plasmarlo en este libro porque creo que tanto profesionales como personas que formamos parte de la sociedad, debemos ser capaces de reconocer que es un tipo de pérdida mucho más común de lo que pensamos, y que no se le está dando ese espacio, esa gestión del duelo porque se trata de eludir. Es un tema tabú y si una persona sufre un aborto intentamos no hablarlo y esos duelos van quedando estancados y van generando en la persona otro tipo de traumas o de dificultades en su día a día. Es importante que con cada pérdida se gestione el proceso de duelo. En Trabajo Social, desde todas las áreas, estamos trabajando con el duelo constantemente. Trabajamos con personas que pierden su hogar, que pierden sus expectativas en la vida, que pierden salud...Es un proceso psicológico común a todos pero que se vive con distintas intensidades. No es lo mismo la pérdida de un ser querido que la intensidad con que se vive una ruptura de pareja, donde también se elabora este proceso de duelo.

También dedicas un capítulo al autocuidado de los profesionales, ¿por qué es importante?

—Es importante que tengamos esa red de apoyo social para poder diferenciar entre ámbito profesional y el personal, porque si nosotros no estamos fuertes, si no estamos bien, no vamos a ser capaces de ayudar a otras personas, a acompañarlos en esos momentos tan difíciles. Si nos lleváramos a casa todos los casos que tenemos a lo largo de la jornada laboral sería muy difícil continuar teniendo un desarrollo personal favorable. Creo que es importante que se preste atención a esa fortaleza y a ese autocuidado que hay que realizar todos los días, porque son casos sobre los que quizá no estamos acostumbrados a hablar o no se les da la importancia, por ser temas complicados preferimos no hablarlos. Ya que somos ese espacio de apertura para muchas personas tenemos que tener cuidado y ser capaces de pedir ayuda también.

Quizá una de las problemáticas del duelo sea la soledad a la que se ven abocados los que sufren la pérdida con el paso del tiempo...

—Con el paso del tiempo los dolientes hacen hincapié en que las personas ya no les preguntan, y en este libro está plasmado algo tan sencillo como preguntar a la persona y llamarla por su nombre. Parece que nos da cosa decir el nombre del fallecido, y eso para los dolientes es lo mejor, porque están dándoles ese espacio, esa dignidad, ese reconocimiento. Es muy importante identificar nuestros puntos de apoyo y animar a las personas a hablar. 

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