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Un falso positivo de COVID-19 obliga a cerrar una peluquería durante una semana

Ante la sospecha de un positivo de una de sus trabajadoras, las propietarias de la peluquería se vieron obligadas a cerrar la semana del 21 de septiembre.  // Juan Velasco

Ante la sospecha de un positivo de una de sus trabajadoras, las propietarias de la peluquería se vieron obligadas a cerrar la semana del 21 de septiembre. // Juan Velasco

La trabajadora afectada denuncia que, con dos días de diferencia, fue informada de un resultado positivo y posteriormente negativo de una misma PCR

05 Oct 2020 - 18:43 // Charry TV Noticias

María José García

Lo que comenzó con los síntomas de un resfriado común acabó convirtiéndose en un caso sospechoso de COVID-19 que nunca se produjo, o al menos así lo atestigua María (nombre ficticio de la afectada que prefiere ocultar su identidad), una de las trabajadoras de la Peluquería Nueva Imagen de Ronda. Una sospecha que obligó a su empresa a cerrar durante una semana, con sus consiguientes pérdidas, y a mantener en aislamiento preventivo a, al menos, tres núcleos familiares.

A mediados de septiembre, María comenzó a sentir congestión, dolor de cabeza y pérdida del gusto y el olfato, por lo que decidió consultar en redes sociales las semejanzas de la sintomatología de un resfriado con la del coronavirus. 

Al comprobar que muchos de estos síntomas coinciden, decide ponerse en contacto con su médico de cabecera, quien le recomienda que guarde aislamiento preventivo y le solicita una prueba PCR a la que se sometería al día siguiente, un miércoles. Pide la baja laboral y se aísla en una habitación de su vivienda para no entrar en contacto con su marido ni con su hija de dos años. 

Tras varios días sin obtener noticias sobre el resultado de la prueba, y en los que su médico de cabecera le realiza el seguimiento estipulado, el sábado de esa semana María recibe una llamada desde el centro de salud en la que le confirman que ha dado positivo en coronavirus, una información que ella recibe, según cuenta “atónita”. Desde ese momento María facilita los datos de sus contactos más cercanos, otras dos peluqueras, sus padres, su marido y su hija; que deben aislarse y someterse a pruebas PCR.

Sin embargo el lunes siguiente, 21 de septiembre, llega la confusión, cuando la médico de María comprueba en su base de datos que su primera PCR ha dado resultado negativo. Con tan solo dos días de diferencia. 

“Le digo que eso cómo va a ser, si me han llamado, me han pedido rastreo… Yo ya le empiezo a transmitir mi angustia, que estoy encerrada, que estoy haciendo todo lo que me dicen y que no confío en nada. Y me dice que no sabe lo que ha pasado, que va a hablar con Epidemiología, y que me va a intentar dar una solución”, resume la peluquera.

Acto seguido, María recibe la llamada de un grupo de seguimiento de casos de COVID al que habían notificado su supuesto positivo, y que no hace más que aumentar la confusión de la paciente. María ha pasado en este momento de no ser portadora del virus a un caso sospechoso, según le informa su médico, por lo que debe continuar en aislamiento y someterse a una segunda prueba.

Llega el viernes 25 de septiembre, y todos los contactos de María, incluida ella misma, obtienen resultados negativos en las pruebas PCR. Ella no disimula su desconcierto cuando recibe la noticia de su médico de cabecera.

“Le digo que su trabajo como médica lo ha hecho bien, pero le comento que si esto está pasando en un laboratorio en el que hay ese caos, que no sabe si ha sido un error administrativo, si se han confundido los PCR, si la que lo ha metido en el ordenador en vez de negativo ha puesto positivo…Esto no puede estar pasando. A lo mejor un positivo está en la calle y yo he estado encerrada y he parado la vida de mucha gente”, lamenta la paciente, quien admite que tras este episodio se cuestiona la fiabilidad de los test de COVID-19.

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