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Dos décadas de servicio a los mayores en la UED Catalina Guerrero Avilés

Imagen de la fiesta celebrada el pasado 13 de junio en la unidad de estancia diurna. // CharryTV

Visitamos las instalaciones de esta asociación que atiende a 40 usuarios en el vigésimo aniversario de su creación

Paloma González

“Por desgracia estamos en una sociedad demasiado ocupada y acelerada en la que no tenemos tiempos ni para nosotros mismos, de manera que este servicio es beneficioso tanto para los usuarios, que se mantienen activos, como para los familiares que pueden continuar con sus trabajos, con la certeza de que están bien atendidos”.

Es reflexión que realiza Francisco Bastida, responsable de la Unidad de Estancia Diurna que lleva el nombre de su madre, Catalina Guerrero Avilés. Ella fue la fundadora de la asociación que se creó hace ahora dos décadas con el objetivo de generar la actividad y los recursos económicos y humanos necesarios para abrir una unidad de estancia diurna que ofreciera una atención integral a personas mayores dependientes.

“Un primo mío trabajaba en una fundación en Málaga que fue pionera en la creación de este tipo de espacios de atención a mayores. Nos dio la idea y apostamos por ella”, relata Bastida.

Aquella primera unidad sólo tenía capacidad para 20 personas. Con el tiempo, el servicio se traslada a un espacio más amplio de 250 metros cuadrados, ubicado en la calle Andrés Aguilar Gracián, con capacidad para unos 40 usuarios.

“En muchos casos, las familias se sorprenden de lo implicados que están. Cuando les enseño los vídeos, me dicen que no se lo creen porque en casa suelen ser más reticentes a realizar ciertas actividades. Es verdad que cuando llegan aquí te dicen que son tonterías, pero el propio grupo consigue que se impliquen y acaben participando en todas las que les proponemos”, añade.

A los tradicionales juegos de memoria, las manualidades con materiales reciclados y los ejercicios más físicos, se han incorporado las tabletas. Antonia nos saluda desde una playa de Brasil. Lleva puestas unas gafas de simulación de realidad que le permite viajar a diferentes partes del mundo sin moverse del sillón. “Aquí se está estupendamente. La semana pasada estuve en Austria. Hay sitios lugares preciosos”, afirma.

“A ellos les encanta y a nosotros también porque a nos permite ampliar el servicio y a ellos a manejar con más fluidez los dispositivos electrónicos porque no podemos obviar que vivimos en un mundo cada vez más digitalizo”, declara Isa Jiménez, la coordinadora.

Ella fue una de las primeras profesionales que se incorporó al equipo por lo que conoce a la perfección el trabajo que se ha venido realizando y la evolución que ha tenido la asociación.

“Para nosotros es un orgullo y una pena tener una lista de espera. Significa que estamos haciendo las cosas bien. Al menos, yo lo intento. Y no es fácil porque es una gran responsabilidad. No se trata de entretener, sino de atender y eso implica conocerlos, saber qué les gusta, cuáles son sus problemas, sus patologías, qué medicamentos necesitan, qué pueden comer o no, etc. Y se les coge cariño por lo que también es muy duro despedirse de ellos cuando nos abandonan”, explica.

En este sentido, Francisco Bastida se siente muy orgulloso de los doce profesionales de la asociación: “Soy muy afortunado de tener muy buen equipo. Somos doce personas entre auxiliar, fisioterapia, trabajadores sociales, enfermera y psicóloga, que son unos excelentes profesionales a los que les gusta su trabajo, capaces de dejar la mochila con sus problemas personales en el vestuario en cuanto entran por la puerta”.

Catalina Guerrero Avilés falleció el pasado 14 de junio, al día siguiente del acto de celebración del vigésimo aniversario de la entidad. Su hijo se emociona al recordar a su madre, pero convencido de que todo el personal de la asociación seguirá dando lo mejor de sí otros veinte años más.

“La hecho muchísimo de menos. Ella siempre ha tenido esa necesidad de entregarse y darse a la gente. La recuerdo perfectamente en la Asociación Senda, Proyecto Hombre. Y cuando iniciamos este proyecto, ella venía todas las mañanas a ayudar. Era justo que llevara su nombre y estoy seguro de que cuando cumplamos 40 años, mi madre también estará presente”, asegura.