Las revueltas de Stonewall en Nueva York el 28 de junio de 1969 dieron origen al Día del orgullo gay, que en nuestros días conocemos como el Orgullo LGTBIQ+. Una jornada para reivindicar que lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, Intersexuales y personas queer desarrollen su vida con plenitud. Aún en la actualidad los miembros del colectivo admiten sufrir por la existencia de prejuicios de la sociedad, discriminación y expresiones de violencia.
Berth Lara, representante de la Asociación Delta LGTBIQ+ en Ronda, afirma que próximamente la entidad contará con una sede en Ronda para aportar información y asesoramiento a los miembros del colectivo. Además emprenderá una iniciativa para que los comercios hosteleros de Ronda incorporen un distintivo de apoyo al colectivo.
“El trabajo de Delta es visibilizar y normalizar al colectivo para que su día a día sea más fácil de llevar para todos”, explica Lara, quien añade que la asociación cuenta con un gran arraigo en la provincia de Cádiz, pero que en Málaga existen pocas organizaciones y con poca actividad que defiendan los derechos de las personas LGTBIQ+.
Angelina Novikova, de 20 años, cuenta que con 14 se dio cuenta de que era bisexual, y aunque a sus amigos en un primer momento les chocó la noticia, finalmente acabaron aceptándolo con naturalidad. Existen una serie de tópicos o falsas creencias especialmente extendidos acerca de las personas bisexuales: “Dicen que somos unos viciosos, y mucha gente de mi edad o más mayores me preguntan si he realizado orgías o tríos y siempre preguntan, e incluso te lo ofrecen”.
Angelina cuenta, además, que existen diferencias de calado entre la percepción social de los miembros que integran las siglas del movimiento: “Los gays es un tema más abierto, pero las lesbianas siguen estando muy sexualizadas y la gente trasgénero apenas tiene visibilización en el colectivo”.
Erik Galán, novio de Angelina, admitió que era transexual abiertamente hace siete años, algo que supo cuando identificó que tenía disforia de género: “Es un rechazo exacerbado hacia partes de tu cuerpo que no tienen por qué ser las mismas: tus genitales, el pecho, los hombros, la espalda, la cara… Es el hecho de verte en el espejo y decir «yo no soy esto, esto no encaja con la imagen que yo tengo de mí». Causa mucha ansiedad, es inhabilitante porque no quieres salir a la calle, hablar con la gente por tu voz… Causa mucha inseguridad”.
Por el hecho de ser transexual Erik ha tenido que hacer frente a situaciones violentas, como ser increpado por la calle al pasear por su barrio en Sevilla, e incluso verse involucrado en una pelea en la que lo amenazaban con navajas. “Por la calle gritos de «travelo» o «bollera» son bastante frecuentes, o que me digan con retintín «Anda, mira, qué guapo»”.
La discriminación se ha hecho extensiva, incluso, en el terreno laboral: “En mi currículum tengo puesto el nombre con el que yo me identifico, Erik, y aun así, pese a que estaba muy claro que era Erik, en una entrevista de trabajo los entrevistadores no dejaban de usar el femenino conmigo, hasta que me harté, dije: «Pone Erik, soy un chico, tratadme como tal», y ellos se rieron”.
El rondeño Ángel Manzano asegura que nunca ha escondido su homosexualidad y, como consecuencia, sufrió acoso cuando era solo un niño e incluso recibió palizas por parte de sus compañeros en el instituto: “Las primeras veces que se metían conmigo o recibía palizas temía la reacción de mis padres. Es curioso, porque no pensamos en nosotros mismos, sino en lo que van a decir las personas que nos importan”.
Ángel está convencido de que la vía más directa hacia una sociedad plural y tolerante se encuentra en la educación: “Son los cimientos de las nuevas generaciones y, aunque por las circunstancias no sepamos cómo será el próximo curso, es importante implantar planes de igualdad y fomentar la creatividad y la libertad”.
Hace dos años Toñi Raimundo y Eva Pérez contrajeron matrimonio en Ronda. Afortunadamente, al contar su experiencia la primera vez que se declararon abiertamente lesbianas, confiesan que su entorno lo aceptó con total normalidad.
“Hay muchos tópicos sobre las lesbianas, pero yo me los tomo a risa porque enfrascarte con la gente es darle vueltas a algo que no tiene sentido”, cuenta Toñi, quien considera que España ha avanzado mucho más que otros países en la tolerancia de la diversidad sexual.
“Falta que la gente vea que somos normales, que no haga falta decir somos esto o lo otro, que cada uno se enamore de quien quiera”, asevera Eva, y Toñi agrega: “No hace falta una etiqueta que diga soy lesbiana, bi, o trans. No nos hace falta que nos etiqueten, porque el que es hetero y va por la calle no va con un cartel que diga que lo es”.
Toñi explica que ella y su mujer no se sienten representadas por la imagen que en muchas ocasiones ofrecen los medios de comunicación de la celebración del Día del Orgullo en las principales capitales españolas: «Siempre sacan a la gente más loca, y que cada uno lo celebre como quiera, pero no nos representa».






