“Todo empezó con una persona que confió en mí y muchas horas de trabajo”

Tras quedarse a las puertas de la segunda edición de MasterChef Mari Carmen Zamudio decidió emprender en la repostería creativa con “Sueños de mi marquesita”
Desde el nombre hasta el papel pintado con pavos reales, todo es simbólico en Sueños de mi Marquesita.
Desde el nombre hasta el papel pintado con pavos reales, todo es simbólico en Sueños de mi Marquesita.

María José García

La cara de Super Mario Bros, el libro de El Principito o la piedra filosofal de Harry Potter son solo algunos de los diseños reconocibles de las tartas de Sueños de mi marquesita: la pequeña empresa de repostería creativa con la que Mari Carmen Zamudio, admite, está cumpliendo su sueño.

“Difícil es que confíen en tu proyecto. Todos me decían que no iba a funcionar, que cómo se me ocurría a mí intentar hacer tartas modelables de chocolate”, cuenta Zamudio. Pese a desarrollar sus estudios en el ámbito de la edificación, Mari Carmen tuvo desde niña una pulsión repostera que se acentuó cuando realizó los castings para la segunda edición de MasterChef hace siete años. Su marido y sus hijas la inscribieron en el concurso gastronómico para darle una sorpresa, y aunque sus inicios fueron muy gratos, una serie de circunstancias personales la llevaron a abandonarlo. No obstante, la inquietud por crear seguía ahí, y encontró en Frédéric, de La Chocolaterie, un gran aliado.

“Todo comenzó con una persona que confió en mí y muchas horas de trabajo. Fui obrador por obrador, y cuando entré en La Chocolaterie y le enseñé imágenes de mis tartas, Frédéric me dijo que era una artista y me cedió su obrador. Aprendí a trabajar el chocolate gracias a él”, rememora la repostera.
En cada etapa de este proyecto todo parece simbólico, especialmente su nombre: “Cuando decidí montar esto, una noche soñé con mi abuela María Márquez, que murió cuando yo tenía nueve años y para mí era lo más. De ahí lo de Sueños de mi Marquesita. Además en su casa tenía un tapiz con pavos reales, y me dije que cuando tuviera mi primer local pondría un papel pintado similar, y lo encontré en Laura Halsey”.

A la hora de proyectar cada tarta, Zamudio es partidaria de llevar a cabo un trabajo de campo para lograr un resultado auténtico: “Les digo: esto no es un supermercado, tú a mí me tienes que contar un poquito qué le quieres demostrar a esa persona. No es porque yo sea cotilla. Las marquesitas dulces tienen que transmitir algo más”.

Desde 2015 Mari Carmen Zamudio había elaborado tartas por encargo que posteriormente enviaba a domicilio, y cuando por fin invirtió en un local, a inicios de 2020, estalló la pandemia, obligándole a repensar una salida al negocio que llegó en forma de desayunos con una cuidada estética.

“Si todos invirtiéramos aquí nos iría mejor, porque en Ronda somos muy dados a pensar que lo de fuera es mejor. Y no, tenemos gente maravillosa y estupenda que trabaja súper bien”, reflexiona, y añade que comenzó a colaborar con empresas locales como la Floristería La Rosa, la organizadora de eventos Loredana, Marcos Morilla o MRW Ronda.

Mari Carmen matiza que no todo el peso recae en la estética: la diabetes de su hija la llevó en un principio a idear ingredientes con menor cantidad de azúcar de la habitual, y además de modelar las figuras de chocolate que se añaden a la cobertura, ella misma realiza las cremas que contienen las tartas. Crema de kínder con chocolate, fresa con mouse de mascarpone o mouse de limón con leche condensada… La inventiva es una constante en este pequeño obrador de Calle Los Vicentes.

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