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“Queremos creer que habrá paz en Ucrania en un futuro cercano”

En la imagen, Tatiana, su marido y su hija desde el autobús donde emprendieron el viaje hacia España. // Nataliia Yarema

En la imagen, Tatiana, su marido y su hija desde el autobús donde emprendieron el viaje hacia España. // Nataliia Yarema

Hace cuatro meses Nataliia Yarema y su suegra Tatiana Granatovych llegaron a Ronda huyendo de la guerra y dejando atrás a sus maridos, amigos y proyectos de vida

27 Jul 2022 - 11:40 // Charry TV Noticias

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Nataliia, junto a su marido Oleksandr y los hijos de ambos. // Nataliia Yarema
Nataliia, junto a su marido Oleksandr y los hijos de ambos. // Nataliia Yarema

Sergiy es geólogo, mientras que Tatiana ha trabajado como asistente de conferencias y masajista. // Natalia Yarema
Sergiy es geólogo, mientras que Tatiana ha trabajado como asistente de conferencias y masajista. // Natalia Yarema

María José García

Se cumplen 154 días desde que las tropas rusas iniciaron la invasión a Ucrania en un conflicto que se perpetúa, a pesar de que el foco mediático parezca haberse desplazado a otras cuestiones en los últimos meses. El pasado mes de marzo, Ronda daba la bienvenida a las primeras familias de refugiadas ucranianas que llegaron con lo puesto, en un escenario de incertidumbre y tras una larga odisea para llegar hasta España. Entre ellas, se encontraban Nataliia Yarema, con sus dos hijos de 11 y tres años; y su suegra Tatiana Granatovych, con su hija Anna.

Desde un inicio el Ayuntamiento de Ronda, y la asamblea local de Cruz Roja proveyeron a las familias con alojamiento y comida, y en pocas semanas comenzaron a estudiar español, a inscribir a sus hijos en colegios rondeños y a emprender la búsqueda de empleo.

Yarema cuenta con un doctorado en Psicología, y ha trabajado como profesora de universidad y técnico de laboratorio. No obstante, admite que la barrera idiomática es un obstáculo importante, por lo que ha comenzado a formarse como ingeniera QA, una profesión dedicada a supervisar el desarrollo software.

“En ese caso podría trabajar en cualquier sitio y cuidar a mis hijos, porque solo tengo la mitad del día dedicarme a algo y el resto podría ocuparme de ellos”, argumenta. Su suegra, sin embargo, trabajaba en Ucrania como masajista y como asistente técnico para webinars y conferencias online de manera autónoma; mientras que su hija Anna, fotógrafa, se ha desplazado a Marbella en busca de oportunidades laborales. Desde su llegada a Ronda, ambas colaboran como voluntarias con Cáritas Parroquial de la Iglesia del Socorro, y valoran muy positivamente cómo los rondeños se han volcado con ellas y su situación.

“Estamos muy cómodas aquí, la gente en Ronda tiene el corazón abierto y desde el primer día que llegamos, es la ciudad de nuestros sueños”, sostiene.

Nataliia explica que, afortunadamente, pueden comunicarse con sus maridos, que se encuentran en Kiev, cada día, y aunque se echan mucho de menos, son conscientes de que deben esperar a contar con garantías de seguridad para volver. Además, admite que su papel como madre es un reto más en sus circunstancias: “Cuando no estás en casa debes ser madre y padre de tus hijos. Esta es mi primera experiencia viviendo sola, ahora entiendo lo difícil que es. Intentamos no decirle a mi hija toda la información sobre el peligro que existe, es muy sensible y a veces llora por la situación”.

Con respecto al reciente fotorreportaje que el presidente de Ucrania Zelensky y su esposa han concedido a la revista Vogue, ampliamente criticado por la banalización de la guerra que representa a ojos de muchos, Nataliia sencillamente cree que “están intentando atraer la atención internacional sobre Ucrania” a toda costa y mediante diferentes vías.

Pese a la barbarie, tanto Nataliia como Tatiana quieren creer que Ucrania volverá a vivir la paz: “Queremos creer que habrá paz en Ucrania en un futuro, un futuro cercano, y queremos volver con nuestras familias, a nuestras casas. Es difícil decir cuándo, porque las cosas cambian cada día, no sabemos. Hablamos con nuestros familiares, vemos las noticias del gobierno, intentamos pronosticar cuándo acabará todo al fin, pero hemos leído que, quizá, quedarnos sea lo más seguro”.

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