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El Golimbreo: una segunda oportunidad entre fogones

Miguel, acompañado de algunos de los alumnos que han pasado por su escuela y a los que ha inculcado el amor por la cocina. // Miguel Herrera

Miguel, acompañado de algunos de los alumnos que han pasado por su escuela y a los que ha inculcado el amor por la cocina. // Miguel Herrera

Gracias a su paso por la escuela de cocina que dirige Miguel Herrera, decenas de jóvenes han dado con una inesperada vocación cuando lo daban todo por perdido

20 Oct 2020 - 18:48 // Charry TV Noticias

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El empresario, natural de Algodonales y residente en Ronda, muestra su libro  // Miguel Herrera
El empresario, natural de Algodonales y residente en Ronda, muestra su libro // Miguel Herrera

María José García

El cocinero y empresario Miguel Herrera, natural de Algodonales, se vio impulsado a iniciarse en el mundo culinario con tan solo siete años y por razones de subsistencia, ya que perdió a su padre demasiado pronto y su madre enfermó. Son esos orígenes los que de alguna forma han despertado en él la conciencia social que desde hace cuatro años tomó forma de proyecto empresarial en su Escuela de Cocina.

A sus iniciativas dedicadas al catering y a un servicio de food truck para eventos en el marco de “Rustic Experience Andalucía”, en las que adquieren especial protagonismo los productos agroalimentarios autóctonos, el chef sumó la docencia, definiendo un curso de cocina inclusiva que tan solo exigía dos requisitos muy claros para acceder: ser mayor de 16 años para haber superado la etapa lectiva obligatoria y tener muchas ganas de aprender.

Los alumnos de la escuela son jóvenes que arrastran una niñez compleja en la que las circunstancias familiares y económicas no eran las más deseables. Algunos de ellos han superado problemas de adicciones, se han visto obligados a subirse a una patera en busca de un futuro más amable, tienen alguna discapacidad física o psíquica; o sencillamente, como explica Miguel, la sociedad “les ha dado un portazo en la cara”. Más de medio centenar han pasado durante estos cuatro años por la escuela de cocina inclusiva de El Golimbreo.

“Es gente que quiere darle un cambio a su vida y aquí estamos para darle una oportunidad, como en mi día me la dieron a mí. Y gracias a eso estamos aquí. Se trata de darle a la vida lo que a uno le dio. Es lo que siempre le digo a ellos, que hay que esforzarse, superarse y tener mayor capacidad de decisión ante situaciones adversas”, reflexiona el algodonaleño.

Otros sencillamente no tenían muy claro el rumbo que querían darle a su vida laboral y han logrado trabajar codo con codo con Estrellas Michelín, todo un hito para ellos que pocos años atrás no hubieran imaginado. “Teníamos presente que el mundo rural se estaba yendo al garete, y teníamos que darle oportunidades a gente que las quisiese aprovechar, y esa gente curiosamente era gente que lo necesitaba”, admite Herrera.

Pese a que el curso ofrece una formación básica de 12 meses, Miguel destaca los valores que tanto él como varios chef de la ciudad que de forma altruista participan en el curso, tratan de inculcar en los aspirantes a cocineros: “Lo que pretendemos con los niños es que adquieran hábitos, como la puntualidad o la higiene”.

“Nosotros ayudamos, pero también son ellos los que nos ayudan a nosotros a poner los pies en el suelo y a darle gracias a Dios por lo que tenemos diariamente, eso es súper importante”, reconoce Herrera, y añade: “La escuela es algo muy sensible, siempre les digo que la cocina es sensibilidad, es arte, es creación, es evadir problemas y dedicárselo a crear un plato. Los comienzos han sido duros, pero preciosos”.

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