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“Parí a los nueve meses y tres días, después de una jornada de trabajo en la fábrica”

Nos atiende en su casa, situada en la calle La Línea.  // CharryTV

Nos atiende en su casa, situada en la calle La Línea. // CharryTV

Maruja, la Perisca, nos cuenta cómo fue la vida de muchas mujeres de Benaoján hace más de cinco décadas

22 Aug 2025 - 10:58 // Charry TV Noticias

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Todas estas viviendas, situadas en la parte alta y más antigua de la localidad, se construyen sobre antiguos chozos.  // CharryTV
Todas estas viviendas, situadas en la parte alta y más antigua de la localidad, se construyen sobre antiguos chozos. // CharryTV

Muchas mujeres han guisado junto a esta enorme piedra que se encuentra justo enfrente de su casa.  // CharryTV
Muchas mujeres han guisado junto a esta enorme piedra que se encuentra justo enfrente de su casa. // CharryTV

Mujeres en la fábrica de Melgar en los años 60.  // Biblioteca de la Serranía.
Mujeres en la fábrica de Melgar en los años 60. // Biblioteca de la Serranía.

Siempre ha vivido de manera humilde y guarda el recuerdo de la primera vez que se puso una mantilla en la boda de una sobrina.  // CharryTV
Siempre ha vivido de manera humilde y guarda el recuerdo de la primera vez que se puso una mantilla en la boda de una sobrina. // CharryTV

Paloma González

Al final de la calle La Línea de Benaoján vive María Guerra. Es de las pocas que quedan en esta zona la localidad, por lo que no es difícil dar con ella. Aunque si quieren encontrarla rápidamente es mejor que pregunten por Maruja la Perisca, pues así es como la conocen en el pueblo.

Su casa es muy humilde, como todas las de esta barriada. Se ubica en una de las zonas más antiguas, de origen morisco. Su cuñada, María Caballero, nos explica que hay mucha gente que denomina a esta zona El Congo. “Se confunden. Antiguamente se llamaba así a las casas que están por encima de la carretera a Cortes de la Frontera. En esta calle lo que había eran muchos chozos que se transformaron en casas”.

“Aquí hace 30 años había muchísimos niños, sobre todo en verano. Las puertas de las casas siempre estaban abiertas, las mujeres se sentaban en la puerta a tomar el fresco y nosotros no parábamos de corretear. Ya no queda nada de eso. Sólo hay personas mayores y muchas viviendas cerradas”, recuerda con nostalgia su nieto, Stevens.

María, de 81 años, vive con su marido Avelino, que está enfermo, y con su hijo José María, que tiene una pequeña carpintería justo al lado.

Sabe lo que significa no tener nada y verse obligada desde muy joven a trabajar duro para poder sacar a su familia adelante. Es ejemplo de muchas benaojanas que han pasado más de media vida en fábricas de chacinas.

“Ahora cuido a mi marido, pero yo he trabajado siempre en la fábrica. Creo que he repasado todas las del pueblo: Manolo Carrasco, el Rubio Zapatero, Juanuza, Icarben… Había más de 20 y yo he estado en casi todas”.

Las condiciones no eran las de ahora. “Eran otros tiempos”, dice. Y si eran complicadas para todos, más aún para las mujeres.

“Embarazada de mi hijo Sergio estuve trabajando en una fábrica de la Estación de Benaoján hasta los nueve meses y tres días. Bajaba y subía andando. En una de esas jornadas, al volver a casa, di a luz”, explica.

Por si eso fuera poco, las condiciones para el parto tampoco eran las más adecuadas ya que muchas mujeres no tenían dinero para desplazarse a Ronda o pagar a una matrona. “Mi marido estaba en el campo guardando ovejas y ganaba una porquería. Lo poquito que tenía se lo di a la Cana, una vecina que entendía de partos”, añade.

A pesar de las dificultades de una "vida mala", María (o Maruja) se siente agradecida con lo que tiene. La muerte de uno de sus hijos le ha dejado un vacío tremendo en el corazón, pero no es de las que se rinden. Sabe que tiene que seguir luchando, como siempre lo ha hecho, por el resto de sus seres queridos.

Su nieto no puede evitar emocionarse y sentirse orgulloso de su abuela. “¿Qué te voy a decir si para mí es como mi segunda madre? Todo lo bueno que diga de ella es poco”, asegura. 

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