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El machismo de César Cadaval en su presentación como pregonero de la Feria de Pedro Romero

Imagen de la videoconferencia entre César Cadaval y las responsables municipales // CharryTV

Artículo de opinión de Mª José García, periodista de CharryTV

Mª José García 

César Cadaval: “Yo nada más que por ver a una concejala así me voy hasta en taxi y todo para allá, o en un pony montado.”

Concha Muñoz, delegada de Fiestas: “Gracias”.

César Cadaval: “Si bien está la concejala también está muy buena la alcaldesa”.

Mª Paz Fernández, alcaldesa de Ronda: “Es un honor para nosotros recibirte en Ronda, (…)”.

Ayer martes, la alcaldesa de Ronda, Mª Paz Fernández, y la delegada de Fiestas, Concha Muñoz, decidieron dar a conocer mediante una videoconferencia la noticia de que César Cadaval, uno de los cómicos que compone el dúo de Los Morancos junto a su hermano Jorge, sería el encargado de pregonar la Feria y Fiestas de Pedro Romero 2019.

Quizá los cómicos se vean en la tesitura de demostrar que manejan el humor hasta en situaciones en las que tan solo se les pide una mínima formalidad, como era el caso de dicha presentación, o les dé por tirar de chistes malos que disimulen la tensión que genera una mala conexión a internet en mitad de una videoconferencia.

Sin embargo, resulta difícil de comprender cómo Cadaval, cuya trayectoria le otorga un altavoz que otros no tienen, decidió hacer gala de un descarado machismo al entrar a valorar el aspecto de Muñoz y Fernández de esa manera tan desafortunada y conocedor de que en ese momento los medios locales eran testigos, grabadoras y cámaras mediante, de lo que quizá él ni siquiera vio como un desliz.

Ellas responden con un tímido agradecimiento, tratando de salir del paso de una situación comprometida, que en ese contexto resulta difícil de resolver afeando la conducta al cómico.

Habría que recordar a Cadaval que –por suerte aún- existen circunstancias en las que en aras del humor no todo vale, y que si emitimos grandes desbarres deberíamos de temer las consecuencias, o algo que nos sirva de escarmiento. Menos aún si de lo que hablamos en este caso, es de comentarios que perpetúan un comportamiento que siempre perjudica a las mismas.

Vivimos una época en la que, al parecer, no se produce ningún avance en la sociedad que equilibre la situación de la mujer con la del hombre, o ninguna denuncia de casos de machismo flagrante, sin que haya quien señale con grandilocuencia que nuestras reacciones son exageraciones innecesarias que rayan lo radical.

Los que abundan en la idea de que los piropos a desconocidos (en su mayoría de ellos a ellas) que no han pedido su opinión, son para sentirse halagados, no ofendidos. Más aún cuando se trata de mujeres que desempeñan puestos de responsabilidad pública y reciben ese tipo de valoraciones personales cargadas de condescendencia mientras trabajan.

Cadaval insiste en ejercer la actitud del que obvia las cualificaciones profesionales de las mujeres a las que se dirige y el contexto de ese contacto, optando en su lugar por destacar sus atributos físicos y esperando recibir el beneplácito de la audiencia.

Muchas de nosotras tratamos de que nuestro aspecto físico y nuestra indumentaria tenga el mismo peso a ojos de la sociedad que en el caso de los hombres, e incluso trabajamos en corregir nuestros propios impulsos a la hora de juzgar a compañeras o amigas, fruto de una sociedad patriarcal que nunca antes se había cuestionado tanto gestos así. Aquellos que no desaprueben las palabras del “Moranco” quizá estén normalizando y tolerando, con o sin intención, situaciones de machismo en su día a día.