El mes de julio suena a indie rock en Ronda. La próxima semana aterriza en nuestra ciudad Ronda Cool Fest, una iniciativa de Turismo de Ronda e Indie Cool, con la producción de Candehu, que traerá a grupos que vienen pisando fuerte, como es el caso de los murcianos Arde Bogotá. Aprovechando esta cita conversamos con Antonio García, voz y guitarra, y José Ángel Mercader, Jota, batería de la banda; con el objetivo de conocer cómo afrontan este periodo de conciertos estivales y ahondar un poco más en su música.
Cuando hablamos de Arde Bogotá lo hacemos de un grupo de amigos que, desde el primer ensayo tuvo claro el carácter profesional que querían imprimir a su música, como refleja su ascenso meteórico. “Sacamos nuestra primera canción en verano de 2019 y, sin querer, dos veranos después estamos trabajando un montón, tocando en muchos sitios, compartiendo cartel con gente que admiramos, conociendo a artistas, que también es una cosa que mola mucho. Todo ha sido muy rápido, pero ha sido como muy gratificante porque trabajamos mucho”, admite García.
Jota reconoce que el grupo está deseando tocar en un enclave como Ronda: “En muchos periódicos, o cuando buscas en Google sitios bonitos para visitar en España siempre te aparece Ronda como algo súper espectacular. De hecho estamos deseando ir, pero nunca nos imaginamos que fuéramos a tocar allí. Nos imaginábamos cualquier otro sitio, pero que Indie Cool haya elegido un emplazamiento tan especial, mola, hay ganas».
Arde Bogotá acaba de lanzar un nuevo álbum, La Noche, con guiños a las tendencias musicales del momento, como el trap, o a la precariedad que lastra los sueños de miles de jóvenes. Una realidad que se describe en la canción tijeras. El proceso de composición es una de las facetas preferidas para García: “Disfruto mucho de hacer canciones, del momento de componer, porque al final lo más importante en la banda no es la puesta en escena, las redes, el titular,… Son las canciones, lo que hace que un proyecto musical avance es hacer buena música”.
Por su parte, Jota se queda con la complicidad del público durante el directo: “El proceso de grabación, composición, es largo, tedioso, y aunque es bonito somos muy meticulosos, así que al final cansa. Cuando llegas a ese punto en el que el producto, lo que has compuesto para la gente, lo hacen suyo y te lo canta a ti, ese es el momento que más te choca”. El vocalista es consciente de que el contexto sanitario no ha sido óbice para que los conciertos sigan triunfando de entre las diversas alternativas de ocio: “A donde vamos encontramos a gente con muchas ganas de conciertos, es un oasis de normalidad y algo que se ha echado de menos. Hay hasta los que no lo saben hasta que van”.




