El Barrio de Padre Jesús volvió a volcarse con su Hermandad en una madrugá rondeña que moviliza masas de fervor y penitencia. Ríos de personas bajaban la Cuesta de Santa Cecilia desde más de una hora antes del inicio de la estación penitencial para acudir a su encuentro con Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores.
Una Hermandad de barrio, del pueblo, que levanta pasiones en cada uno de los puntos de su itinerario. Alrededor de 600 nazarenos participan en el cortejo, emprendiendo el camino hacia el corazón de la ciudad mientras el gentío espera con inquietud la llegada de los Titulares.
El Señor de Ronda asoma desde el interior del templo, en una salida plástica y bella, pero sobre todo complicada, que los costaleros realizan a las mil maravillas. Constantes vítores al Nazareno, pétalos de flores desde los balcones y un acompañamiento musical de excepción: la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Rosario, de Arriate. Espectacular la subida hacia el templete de la Virgen de los Dolores de un paso que este año estrena un grupo de arcángeles.
No menos esperada es la llegada de la Virgen de los Dolores, al que trata de consolar San Juan Evangelista. Mirada baja en señal de sufrimiento y dolor y cabeza inclinada, como si las lágrimas le pesasen. Como viene sucediendo cada Jueves Santo desde hace quince años, Javier Torelli guía a sus portadores.
Rosario de promesas tras el palio, mientras decenas de personas tocan su manto y realizan sus peticiones. El Jueves Santo respondió a las expectativas y la Hermandad de Padre Jesús puso el broche de oro a un día memorable.







