El sector vitivinícola ha acusado el golpe de la crisis derivada de la pandemia principalmente a través de las ventas y del enoturismo, aunque este último ha experimentado un leve repunte a partir de junio con medidas excepcionales, como el aforo reducido.
“Las ventas, que es nuestro fuerte, están bastante paradas, durante el confinamiento las bodegas que han hecho alimentación han movido algo de volumen. Con la nueva normalidad se han reactivado un poco, pero tenemos un mercado fuerte en la provincia, un mercado de cercanías, y dependemos mucho del turista internacional, que evidentemente este año no ha aparecido”, sostiene el presidente de la Asociación de Bodegueros de Ronda y la Serranía, el también presidente de la Ruta del Vino de Ronda y Málaga, Pedro Morales.
Morales informa de que las altas temperaturas del verano y una plaga de oidio propiciada por la humedad de las lluvias primaverales han mermado la producción total de las bodegas esta vendimia, que ya han concluido la mayoría de bodegas inscritas en la Ruta de vino, hasta un 8%.
Estima que la producción de este año rondará entre 1.200.000 y 1.300.000 botellas. El presidente ha renovado su cargo al frente de la Asociación de Bodegueros y Viticultores de cara a los próximos cuatro años, y en estos momentos se encuentra inmerso en el proceso de auditoría de las bodegas adscritas a la ruta.
“Tenemos que auditar internamente a todos los miembros que tenemos en la Ruta del vino, incluyendo a los ocho ayuntamientos ya inscritos. Una certificadora elige a ayuntamientos y establecimientos al azar, unos 20 de los 70 que estamos, para comprobar que estén en condiciones dentro de los requisitos obligatorios y complementarios. Pueden poner la certificación de cualquiera de ellos en cuarentena si no cumple alguno de los requisitos obligatorios para pertenecer a la ruta”, argumenta Morales.