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“Con 12 años ya cocinaba para mi familia y mis amigos”

Martín Abramzon, en la sala de Kütral para atender esta entrevista. // CharryTV

Martín Abramzon cocinó para la jet set mundial, como chef privado, un trabajo que abandonó para cumplir su sueño: abrir Kütral, su propio restaurante

Martín Abramzon siempre tuvo claro que quería cocinar, desde los 12 años, cuando ya se metía entre fogones para dar de comer a su familia y amigos. En la actualidad, este argentino está al frente de Kütral, un restaurante “al que viene quien quiere venir”, tal y como explica su dueño, ya que se sitúa en un rincón del polígono industrial El Fuerte, en una nave abandonada que puso en valor para cumplir su sueño.

“Con 18 años salí de Argentina para dedicarme a la cocina… Si eso no es que te guste…”, cuenta Abramzon, sentado en la sala de Kütral, en un espacio quieto, a punto de ponerse en movimiento por el inicio del servicio y en el que habitualmente huele a su país, a la parrilla encendida para abrazar las carnes, una propuesta indispensable en la carta de este restaurante, como su versión de las empanadillas argentinas. 

Kütral nació después de la pandemia y tras la etapa en la que Martín trabajó como chef privado para la jet set mundial. Cocinó en aviones, barcos y grandes mansiones con los mejores ingredientes. “El nivel de exigencia era muy grande, no podía fallar nada”, recuerda, al tiempo que cuenta como anécdota que cuando llegó a uno de los barcos y abrió el congelador, “todo era carne de la región de Kobe, certificada, nada de sucedáneo”. “En esa época cocinaba de todo, cocina andaluza, argentina, italiana… También me gustan muchos los postres”, añade.

Martín, que antes había trabajado con Martín Berasategui y en Ronda, en el Tragabuches con Benito Gómez y Víctor Taborda, declara: “Era el sueño del pibe, como se dice en Argentina, poder hacer lo que te dé la gana, siempre con el mejor producto del mundo entero… Pero viajaba mucho, la carretera de Ronda a San Pedro tampoco ayudaba mucho y mis niños se hacían mayores... Antes podía hacerlo, ahora me sería más complicado, por suerte, supe aprovecharlo”, afirma.

Este argentino decidió entonces abandonar este trabajo y priorizar su sueño, el de tener su propio restaurante, y disfrutar de su familia. “Busqué y encontré esta nave, que era horrible, fea, pero era lo que quería, una puerta pequeña y dentro una sorpresa. Nadie se espera que pueda haber un restaurante aquí”, explica y termina: “Kütral al final es un cúmulo de detalles que hace que la experiencia sea completa, cuido mucho el proyecto, el servicio, el producto, busco la mejor carne, la mejor materia prima”, concluye el dueño de Kütral, que significa, en dialecto mapuche, fuego, dios del fuego, control de la mesa.