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La Fundación Vicente Ferrer apela a la solidaridad de los rondeños con la India rural

Las primeras ediciones de Brazadas Solidarias contaron con la participación de más de un centenar de vecinos. // Christian Jongeneel

Su coordinador en Málaga, Christian Jongeneel, invita a que se realicen donativos simbólicos pese a aplazarse la IIIª edición de Brazadas Solidarias hasta 2021

María José García

El próximo domingo, 7 de junio, tenía prevista su celebración la IIIª edición de Brazadas Solidarias, el evento deportivo y solidario organizado por la Fundación Vicente Ferrer para recaudar fondos con los que emprender proyectos humanitarios en zonas de la India rural.

Gracias a esta prueba deportiva se recaudaron 5.200 euros en 2018 y una cantidad similar el año pasado. Sin embargo, la irrupción del coronavirus ha obligado a aplazar hasta 2021 su organización, aunque el coordinador en Málaga de la fundación, Christian Jongeneel, explica que tratarán de dar un matiz virtual al evento.

“Nos gustaría hacerlo virtual, que la gente que haya nadado en otras ocasiones se ponga el gorro de brazadas y que suba fotos. Queremos que la colaboración sea activa, y que la gente siga ilusionándose con el proyecto”, informa Jongeneel, quien añade que, a raíz de la pandemia, la organización ha priorizado un proyecto de emergencia alimentaria.

El coordinador recuerda cómo el vínculo entre la fundación y nuestra ciudad se hizo más estrecho tras el trágico accidente en el que fallecieron tres rondeños, y cómo este hecho ha derivado en una gran ola de generosidad: “La historia es cómo nosotros la queramos recordar o interpretar, cambiar ese dolor por toda la esperanza, esa labor que ellos hicieron y se sigue retomando es el mejor homenaje que puedan tener”.

La pandemia ha golpeado a la población más vulnerable de la India rural, donde la fundación ha logrado construir hospitales, colegios y viviendas adaptadas gracias a los fondos recaudados. En los últimos meses varios de esos proyectos han quedado en el aire, y la entidad ha centrado todos sus esfuerzos en abastecer a la población con escasos recursos, llegando a repartir 10.000 comidas diarias en las zonas de actuación.

El coordinador cuenta que la fundación ha recurrido a los familiares de sus trabajadores ante la falta de mano de obra para llevar a cabo los repartos de productos básicos, muchos de los cuales han sido donados por agricultores de la zona que han decidido solidarizarse con la entidad. 

“Los colegios que tiene la fundación, al cerrarse, se han convertido en pequeñas residencias, porque hay gente que dormía en la calle, que no tenía nada. También el estado ha declarado el Hospital de Bathalapalli, de la fundación como hospital de referencia en COVID-19, y todos los casos se remiten a ese hospital”, informa Jongeneel.

Para dar un ejemplo de cómo las donaciones de los nadadores se han traducido en cambios reales para la comunidad, el coordinador cuenta que gracias a la compra de placas solares para el hospital, pudieron salir adelante, ya que los motores de gasoil que abastecían al centro hospitalario dejaron de funcionar.

“Hay que mirar más allá, es verdad que lo material es importante, la construcción de un colegio, su infraestructura,… Pero hay que mirar dentro, la importancia que tiene la educación, que es la base de la sociedad, de enseñar a pensar a los niños y de enseñarles que pueden llegar donde ellos quieran”, afirma el coordinador.