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Autoescuelas asfixiadas por la falta de examinadores

Profesores y responsables de autoescuelas de toda la provincia se concentraron frente a la Jefatura de Tráfico en Málaga hace dos años para exigir la contratación de más examinadores. // Luis Almagro

La demanda de exámenes prácticos se ha disparado debido a las nuevas normativas de la DGT y a la falta de personal

Paloma González

“Es imposible sobrevivir de esta manera”, denuncia Luis Almagro, propietario de Autoescuela Rilke. Este empresario fue uno de los titulares de autoescuelas que, junto a centenares de profesores y alumnos de toda la provincia, se concentraron hace dos veranos en la ciudad de Málaga para exigir la contratación de más examinadores.

Entonces ya eran muchas las personas que reclamaban más pruebas de exámenes prácticos para poder sacarse el carnet de conducir. Una demanda que se ha visto incrementada en el último año. “Ahora mismo la cosa está peor que antes. Ya son 20 años de protestas por la misma problemática y no nos escuchan. Es más, cada vez nos ponen más trabas” asegura Almagro.

De la misma opinión es Pepe Morales, responsable de Autoescuela Espinel Grupo Guía: “Estamos colapsados. Son demasiados alumnos para tan pocos exámenes y es normal que la gente se queje porque si una persona suspende hoy igual tiene que esperar más de dos veces para poder presentarse de nuevo”.

Sendos empresarios consideran que son varias las razones que explican esta situación. La primera de ellas es la falta de examinadores. “Es cierto que cada año salen oposiciones para cubrir más de una treintena de plazas pero siguen sin ser suficientes”, puntualiza Almagro. A la falta de personal se une el CAPA, el nuevo sistema que regula la cantidad de alumnos que cada profesor puede presentar en un examen, mediante el cual a cada autoescuela se le asigna una cantidad máxima de minutos en función del número de alumnos que hayan aprobado el examen teórico.

“Supongamos que a nosotros nos conceden 600 minutos. Ahora nosotros tenemos que gestionarlos. En nuestro caso dedicaríamos, por ejemplo, 30 minutos para un examen del permiso B, otros 35 para el de moto, y unos 50 minutos para el de vehículos pesados; así hasta completar el tiempo total. Al final estás examinando a muchas menos personas de las que te gustaría” ejemplifica el titular de Autoescuela Rilke.

Igual ocurre en Autoescuela Espinel, donde tienen cinco profesores pero sólo pueden presentar a siete personas: “En 2019 pudimos examinar a más de 150 alumnos entre los meses de enero y agosto. Este año apenas llevamos un centenar”, asegura Morales. A la comprensible indignación de los alumnos se unen las negativas consecuencias económicas que esta situación está generando en las empresas ya que no todos los alumnos que se encuentran en lista de espera siguen acudiendo a las clases.

Muchos de ellos consideran que es una pérdida de tiempo y dinero. Es el caso de Manuel, alumno de otra autoescuela rondeña. Él suspendió la prueba práctica en julio y desconoce cuándo va a volver a tener la oportunidad de presentarse: “Necesito el carnet porque llevo más de un año en paro y no me han aceptado en dos trabajos por no tener el permiso de conducir. Pero mi economía no es muy boyante y no me puedo permitir muchas clases así que sólo daré unas cuantas más los días previos al siguiente examen”.

Los empresarios entienden la complicada situación de los alumnos pero aseguran que son muchos los gastos que conlleva tener una autoescuela entre impuestos, alquileres, combustible o el mantenimiento de los vehículos, entre otros. “Muchas autoescuelas han cerrado porque no pueden tirar hacia adelante y otras están esperando que acabe el verano para ver qué rumbo toman cuando lleguen los meses de diciembre o enero, que son nuestros meses más flojos” afirma Almagro.