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“En Ronda no ha habido un relevo generacional en el ciclismo profesional”

En la trastienda de su negocio, recuerda su paso por el Tour de Francia // Laura Caballero

Jesús Rosado nos cuenta cómo fue su carrera profesional y cómo vivió desde dentro el Tour de Francia

Laura Caballero

Para recordar algunos detalles, aún tiene que buscar en su memoria, pero al contar sus comienzos se ahorra ese ejercicio. Jesús Rosado empezó en el ciclismo a los 14 años, en el Club Ciclista Rondeño, junto a compañeros como Antonio Lázaro, Miguel Aguilar, Francisco Ruiz Cañestro, Francisco Peláez y Carlos Gracia.

Allí continuó hasta que a los 17 años se proclamó campeón juvenil de Andalucía. Entonces siguió a su compañero Mario Lara, al norte, como dice él, a ser amateur con Santisteban. En 1990, ambos rondeños pasaron al equipo Kelme, con el que se embarcaron en la que sería su gran aventura: el Tour de Francia.

 “Mario ya estaba seleccionado. La última plaza se decidía en el Campeonato de España, yo lo hice por la experiencia. Me salió bastante bien y me enteré por la tele de que me habían cogido para correr el Tour”, explica. Rosado y Lara pusieron entonces rumbo a Francia.

“Vivir la afición del Tour de Francia es como se ve en la televisión. Era raro ir por un tramo de carretera donde no hubiera un montón de gente, animándote por tu nombre. Eso no pasa en ninguna parte del mundo”, recuerda.

Rosado cuenta que los veteranos del club siempre les advertían que era posible que no pasaran a la siguiente etapa, pero ellos siempre lo conseguían. “La contrarreloj por equipo eran mi especialidad. Una vez, a mitad de una contrarreloj, tuvimos incluso que esperar”, rememora.

“En Ronda no ha habido un relevo generacional en el ciclismo profesional. Aquí solo fuimos Mario y yo al tour, por ejemplo”, explica. Rosado cuenta que no hay corredores amateurs en Ronda, y que el aspirante más cercano se encuentra en Setenil. “Hay veces que apuntan maneras, pero por ahora, no ha habido ese relevo”, afirma.

Al rememorar su carrera en el deporte no puede dejar de mencionar a su compañero, Mario Lara. “Mario y yo vivíamos en el mismo barrio. Éramos uña y carne. Íbamos juntos a todas las carreras, éramos amigos y enemigos inseparables”, evoca, pensando en una época en la que según asegura, en Andalucía dominaban los rondeños.

Rosado explica que, al volver del Tour, le hicieron un recibimiento y que el Ayuntamiento le entregó una placa conmemorativa. “Es normal que se diluya con el tiempo”, reconoce. Aunque sí que admite que, con el paso de la Vuelta a España por Ronda, le hubiera gustado ser tenido en cuenta. “Parece que no me relacionan con ello”, afirma.