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“Pureza”

Nacimiento de Jesús. // CharryTV

"Sin Voces", columna de opinión de José Cabello Reina.

Acabamos de terminar un puente que para muchos de nosotros no para de traer recuerdos. Recuerdos de cuando se estaba en el colegio y llegaba el Día de la Inmaculada, era ese día que no teníamos que madrugar y que aprovechábamos al máximo, sobre todo si caía en martes o jueves, ya que el día de fiesta se convertía en puente.

Posteriormente y con el añadido del Día de la Constitución el puente se convirtió en acueducto y disfrutamos de unas mini-vacaciones, aunque algunos se empeñen en estropear, que nos vienen muy bien para prepararnos a lo que venía.

Cuando era pequeño estos días los utilizaba para disfrutar del alumbrado de Navidad que se inauguraba por estas fechas y para ver los primeros anuncios navideños en la televisión. Sí, ese del cava más famoso y el inolvidable “vuelve a casa por navidad”, momentos que quedan en la retina y que la nostalgia no hace sino que aparezcan de vez en cuando para aliviar nuestra añoranza de niños que no hemos dejado de serlo.

Este puente he aprovechado para hacer lo mismo que hacía de pequeño. Aún con la lluvia que deslució estos días, he visitado los lugares que visitaba de pequeño, he vuelto a pasear por los lugares que solía y disfrutado de la iluminación que le da a las calles ese color que sólo puede dársele en estas fechas, he disfrutado como hacía muchos años que no lo hacía. Una melancolía ha recorrido mi cuerpo y me he acordado de muchas cosas, del puesto de zambombas que ponían en la Plaza del Socorro, del viejito vendiendo panderetas, de los olores y colores que me han devuelto a la niñez, esa que estábamos frititos por abandonar y a la que nos queremos aferrar conforme vamos creciendo.

Este año estreno casa, espero que sea la definitiva, y he vuelto a poner el Nacimiento como lo ponía en aquellas fechas. Siempre hemos aprovechado el día de la Pureza, el día de la Purísima, el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María para poner nuestro Belén o Nacimiento, ese era el día que todos esperábamos para buscar el musgo o modificar el corcho y hacer de un rincón de nuestra casa el Jerusalén donde va a nacer el Señor. He recordado que, por mucho que queramos, el niño que llevamos dentro nace cada Navidad. Esperemos que no pase un año sin que esta esperanza renazca, nos hace falta para vivir e intentar ser felices.

José Cabello Reina.