Rafael Caro y Ana Lloret, miembros de Contagia Solidaridad, han realizado un balance muy positivo del trabajo que una expedición de veinte miembros de la ONG ha realizado en varios municipios de Guinea Ecuatorial.
Durante dos semanas del mes de agosto han construido una escuela de carpintería, han dado clases a más 50 menores en la escuela, han atendido a más de un centenar de pacientes y han realizado 60 operaciones en el hospital de Evinayong.
Caro expone que los jóvenes de este territorio no tienen futuro pues ni siquiera los que estudian tiene asegurado un puesto laboral:
“No les interesa que se formen para que no piensen ni se releven contra el sistema. No tienen ninguna salida y por eso se dedican a beber un licor que elaboran ellos con un alto porcentaje de alcohol y a cazar. Ellos no viven, sobreviven, que es distinto”.
De ahí nace la idea de construir una carpintería que les permita tener un oficio aprovechando los recursos y materias primas de las que disponen.
Ana, que es enfermera del Área Sanitaria Serranía, explica que los sanitarios han sido el grupo más numeroso y han contado con la ayuda de seis estudiantes nativas de enfermería a las que han transmitido sus conocimientos.
Lo primero que hicieron fue realizar una limpieza a fondo de las instalaciones del centro hospitalario, reorganizar las salas de consultas y habilitar y dotar de material un quirófano.
El colectivo viajó por primera vez a África en el año 2019. En esta ocasión se decidieron por Guinea Ecuatorial por petición de un sacerdote malagueño que vive allí.
“Compartir el mismo idioma también fue un factor que tuvimos en cuenta y que nos ayudado no sólo a comunicarnos mejor sino a entender y a empatizar aún más con estas personas”, señala Rafael.
Es por ello que el próximo año repetirán en este país. “Próximamente nos reuniremos y empezaremos a planificar las diferentes acciones que vamos a hacer en los próximos meses para conseguir la financiación necesaria”.
En este sentido, desde Contagia Solidaridad han querido dar las gracias a todas las personas que colaboran con la asociación:
“Siempre digo que vale lo mismo el trabajo que realizamos allí que el que se hace aquí porque no podemos viajar todos, pero sin toda esa gente, no podríamos hacer nada”, añade el sacerdote de Arriate.
