Tres golpes en la entrada de la Colegiata de Santa María la Mayor indican que va a dar comienzo la estación penitencial del Silencio. La ciudad enmudece y las calles se van apagando como símbolo de respeto ante la imponente presencia del Cristo de la Sangre y Nuestra Señora del Mayor Dolor.
Alrededor de 350 hermanos participaron en la estación penitencial que cerró la noche del Miércoles Santo, entre los que destacó el sacrificio de los penitentes que portaron cadenas y cruces.
El Puente Nuevo fue testigo del ritmo que marca el solo de tambor, del sonido que dejan las cadenas por los adoquines y la majestuosidad que derrocha la hermandad.
En esta ocasión no se contó con la presencia de la Schola Sancte Benedicte como se venía haciendo en los últimos años debido a bajas de última hora y al verse obligado este grupo a suspender diferentes actos.
La Imagen del Santísimo Cristo de la Sangre, obra de Pedro Duque Cornejo que muestra la trágica consecuencia de la violencia que sufrió Jesús, fue portada por 84 horquilleros, dirigidos por Antonio Hernández.
El Silencio regresó a su templo bien entrada la madrugada con el popular grito de ‘Ahora empieza’, que marca el inicio del año para sus hermanos.







