Una multitud se congrega en la calle Empedrada. A diferencia de estos últimos años, nadie mira al cielo. Temperatura primaveral, casi veraniega, con un sol resplandeciente. Antonio López Anet se estrena como Hermano Mayor del Santo Entierro, cuyos Titulares inundan de fervor cofrade cada rincón del Barrio de San Francisco.
En torno a 360 nazarenos participan en el cortejo, que avanza en dirección al Ruedo Alameda mientras al fondo de la Casa de Hermandad aguardan, imponentes, los tronos del Santo Entierro de Cristo y Nuestra Señora de la Soledad.
Impresionante bajada del Cristo Yacente por la calle Empedrada, abriéndose paso entre el gentío. Este año presenta como novedad el cristal de la urna, que ha pasado a ser de una sola pieza, lo que permite un mayor realce y mejor visión de la imagen. Lo acompaña la Banda de Música Arunda.
Tras él, Nuestra Señora de la Soledad, desconsolada, llora la muerte de su hijo. Brillante conjunto escultórico que completan San Juan Evangelista y María Magdalena. La Banda Municipal de Algatocín repite tras el paso de palio.
Por fin la climatología respetó a la Hermandad del Santo Entierro, que ha tenido que esperar cuatro años para mostrar al Barrio y a toda la ciudad el esfuerzo de centenares de hermanos y el resultado de un trabajo bien hecho. La espera, aunque larga, mereció la pena.




