Semblanzas a Sor Lucía

La religiosa, perteneciente a la Congregación de las Hermanitas de los Pobres, ha dejado una huella imborrable en todos los que la conocieron
Sor Lucía junto a la imagen de Santa Juana Jugan.
Sor Lucía junto a la imagen de Santa Juana Jugan.

«A ti Señor levanto mi alma»

Tuvieron que ser estas y no otras las palabras que Sor Lucía en su encuentro con el Señor la pasada madrugada del lunes evocó al cielo. En este momento los que la conocimos rompemos el silencio ¿Por qué callar y no poder expresar que el acontecimiento de su partida nos ha producido tristeza y dolor?

Es humano y cristiano sentir, porque cuando se siente es porque se ama y se quiere de verdad a alguien.
Después de un largo sufrimiento, Dios la llamó y en el silencio de la noche se marchó.

En este momento he de decir que con voz propia y unido a las voces de todos los miembros de la Asociación Juana Jugan, que Sor Lucía fue y es una mujer de Dios y lo decimos no porque ya no esté, lo decimos porque así lo vivimos y esa es la experiencia sentida durante los largos años que ella estuvo al lado de nosotros caminando en el voluntariado de esta residencia de ancianos.

Nunca hubo un mal gesto, ni un enfado, siempre irradió cordialidad, serenidad y mucha sencillez.

Su ayuda espiritual hacia nosotros fue abundante, ante cualquier problema o preocupación que pudiésemos tener, para ella no había barreras, a través del teléfono, a través de recados, pero ella siempre al pie de la cruz que cada uno de nosotros pudiésemos tener, y así los ancianos, así con las hermanitas, así en su portería, así con los rondeños, siempre así…

Y como bendición suya para todo, su profunda fe y su devota oración. Fueron muchos sus buenos consejos, sus ejemplos de citas del evangelio, su rememorar en cada momento la devoción a Sor María de la Cruz.

Y algo muy destacado de ella… su humildad, su no querer ser, su fidelidad a sus votos de obediencia, de pobreza y sencillez…sus sacrificios. Así fue su vida entregada desde los catorce años a su vocación, a sus ancianos, a sus pobres, a todos aquellos que la necesitaron.

Y así ha sido su muerte…identificada con el Señor en todo momento, después de mucho padecer en silencio y llena de profunda fe y alegría porque sabía que se iba a encontrar con su Señor, al igual que Él elevó su espíritu al Padre y estamos seguros que junto a Jesús, ella está en el paraíso.

«Querida Sor Lucía»

En esta mañana nuestro corazón llora, porque quizás sin darse usted cuenta tan siquiera, se ha llevado pequeños trocitos de nuestros corazones en el suyo. La cosecha fue abundante y dio fruto, mucho fruto…y el atardecer de la vida ya llegó Sor Lucía, ahora el grano de trigo ha de morir y no queremos que muera, pero la voluntad del padre así lo ha querido y su alma ya vuela al cielo.

El vacío es grande y la pérdida desconsolada, pero todos sabemos que su presencia de nuestra vida se va, pero su amor no se marcha de nuestro corazón jamás. Ya dejó de ser la hermanita nerviosa y ligera para ser un ángel que va a volar desde el cielo a la tierra alabando a a Dios.

Se apagó su voz aquí en la tierra para encenderse como un lucero de fe en intercesión en el cielo. Llegó el momento en que después de tanto dar, después de tanto sembrar, después de tanto entregarse, el Señor llegó, el maestro ha venido y mirando fielmente a sus ojos sonrió, con mucha ternura y gran delicadeza pronunció su nombre y en ese divino momento, la barca en la cual estuvo su vida en esta tierra quedó ya en la arena, porque junto a nuestro querido Señor, ya su alma va en la barca, en busca del otro mar, el mar del cielo, el mar de la vida que no tiene fin, el mar de aquellos bienaventurados que como usted dieron gratis lo que gratis habían recibido.

Querida Sor Lucía, los cristianos no decimos adiós por eso nos unimos todos en una sola voz para decirle un simple hasta luego, un hasta pronto, hasta que Dios quiera Sor Lucía porque morir amando no es del todo morir.

Melchor Sánchez Domínguez.

«Sor lucia: te has ido»

Han sido días interminables de angustia y sufrimiento para todos. Pero Dios ha querido que estos últimos hayan sido en tu casa… donde tú deseabas estar.Fuimos testigos de esa alegría y felicidad que había en tu cara al entrar por la puerta, ver a tus hermanitas, no menos al vernos a nosotras, la “Asociación” nos pedias un beso, creo que era la despedida, sabias que te ibas. 

¿Quién es sor lucia? Para mi alguien muy especial. La conocí Hace catorce años, he tenido con ella una muy buena relación.
Ella me preparó para entrar en la Asociación Juana Jugan, algo que no olvidaré. 

Hermanita, sencilla, humilde, culta, inteligente y un gran espíritu de oración. Su alimento muy poco en lo material, pero de lo que si estoy segura es de que se alimentaba bien de oración, de hablar con Dios y vivir esa vida interior que luego derrochaba en los encuentros que teníamos en reuniones o retiros.

Es tanto lo que daba, que si no estás llena es imposible, nadie da lo que no tiene. Fiel hermanita de los pobres. Sentías hacia los ancianos cariño, comprensión y saber escuchar, algo que todos necesitamos. Tú lo hacías a la perfección.

Se podía decir, como en la carta de San pablo: «El amor es comprensivo, el amor es servicial, no tiene envidia, no se irrita, disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. Ese era el amor que tú sentías».

Ya que has acabado tu caminar por la tierra, que estas en presencia de Dios te pido que intercedas por nosotros, para que sepamos imitar todo lo que con tu testimonio nos querías trasmitir, cumplimiento con nuestro deber en la Asociación y perseverar en la oración.

Hoy con el dolor de la separación, te quiero decir. Hasta siempre Sor Lucia.

Asociación Juana Jugan

«Sígueme….Dios me quiere para Él»

«Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito».

Querida hermanita, gracias por su testimonio de vida de Hermanita de los Pobres, hasta el final, gracias por todo lo que hemos recibido de usted. Por todo lo que has amado, gracias por todo lo que ha sufrido, tantas veces sin querer dejarlo ver.

Gracias por mostrarse cercana, bondadosa, acogedora, delicada, agradecida. Gracias por saber escuchar, aconsejar y hablar a Dios. Gracias por su entrega, por tantos pequeños detalles y servicios en comunidad, que sólo el Señor sabe y que ahora echaremos de menos…

Gracias por su amor a los ancianos, por haber hecho suyos sus dolores y penas, hablándoles con cariño, con paciencia y comprensión… dándoles todos los gustos que estaban a su alcance…al ejemplo de nuestra Madre Santa Juana Jugan.

Gracias por el amor a la Congregación, a la Iglesia, gracias por haber estado siempre atenta a los problemas y los sufrimientos, de las personas, a la falta de paz, de trabajo, de entendimiento…

Gracias porque sabias reconocer sus faltas y pedir perdón y sabias perdonar, sin regateo…con una buena sonrisa…GRACIAS por esforzarse en ver siempre lo positivo de cada persona, gracias por saber dar una palabra de aliento…y sorprenderse, ante los progresos que hacen bien a la humanidad.

Gracias porque ha vivido su vida con la mirada fija en Cristo, quien sedujo su corazón y permaneciendo fiel día tras día, en las buenas y en las malas…hoy has escuchado su Palabra: «Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré» (Mt 11, 28).

Gracias Sor Lucía, no se olvide de seguir cumpliendo su misión desde el cielo y envía las vocaciones que sabes necesita la Iglesia…y ayúdanos a ser fieles y a pasar a la casa del Padre como usted lo ha hecho.

Congregación de las Hermanitas de los Pobres 

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