Hace seis meses, Lyn Hewitt Hernández Lissent pudo ver como su sueño se hacía realidad. Esta profesora de ciencias es la responsable de Cafetería La Tribu, un nuevo espacio de ocio familiar ubicado en el Pasaje Pintor Joaquín Peinado, junto a la calle La Bola.

Este establecimiento fusiona hostelería, juego y aprendizaje. “Tengo una niña pequeña y no había un lugar en Ronda en el que ella pudiese divertirse y los padres pudiésemos tomarnos un café y tener también nuestro momento compartiendo un mismo espacio”.
Esta situación, junto a su deseo de crear su propio negocio, le llevó abandonar las oposiciones a dos meses del examen y centrarse en este proyecto.
“Antes de ser madre ya tenía en mente montar algo relacionado con los niños. Y aunque estaba opositando, no descartaba esa opción. Un día, paseando vi el cartel de alquiler del local. Ya lo conocía y al volver a entrar, supe que era el lugar perfecto”, explica.

La Tribu cuenta, por un lado, con una zona de juegos abierta. “Es un espacio diseñado para que el juego sea libre y creativo, sin grandes estímulos ni mucho material porque el objetivo es que los niños aprendan también a relacionarse entre ellos”, explica.
En esta área hay esterillas y colchonetas en el suelo para que se pueda disfrutar de esta zona desde la etapa del gateo. Los más mayores también disponen de diferentes juegos de mesas, libros y actividades.
Por otro lado, se ha creado una sala denominada El Rincón de la Tribu, en la que se realizan talleres programados, dirigidos a grupos reducidos previa inscripción.

“Aquí hacemos actividades guiadas para niños, especialmente del ámbito didáctico y científico, que es mi especialidad, aunque está abierta a otros profesionales. Además, la tematizamos y decoramos. Hace poco hicimos una relacionada con el espacio y otra con la alimentación. También Marina Pan vino a presentar su cuento, Alas”.
Lyn recomienda seguir los perfiles en redes sociales de la cafetería para estas al tanto de las diferentes actividades que se van a realizar, ya que las inscripciones se suelen abrir con un mes de antelación.
Su experiencia previa en hostelería también le animó a emprender, aunque reconoce que los comienzos fueron muy duros, especialmente por el tema burocrático. No obstante, se muestra feliz y orgullosa: “Ya tengo clientes que viene casi a diario y hay padres que me reconocen que les han traído los niños. Estoy muy contenta”.
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Su objetivo a medio plazo es que se siga “haciendo tribu” y que este espacio se convierta en un punto de encuentro al que toda la familia quiera acudir:
“Por eso se llama La Tribu. Es muy bonito ver cómo padres y madres que no se conocen comparten lactancia, problemas de alimentación o se dan consejos sobre cómo quitar el pañal, por ejemplo, mientras sus hijos se divierten”, afirma.







