Un 11 de junio de 1925, un joven torero llamado Cayetano Ordóñez y Aguilera toma la alternativa en la Real Maestranza de Sevilla de manos de Juan Belmonte y Pepe Algabeño. Aquel rondeño, conocido como Niño de la Palma, revolucionó el panorama taurino de la época y fue el primero de una saga de Ordóñez que perdura hasta nuestros días.
«Quien volvió a activar el gigante de roca tras la dinastía de los Romero, fue Cayetano, un torero artista, pionero de la lidia actual porque fue de los que más sacaba a los subalternos del ruedo para torear él solo. Lorca le escribió un poema, Alberti una chuflilla y fue el protagonista del libro de Hemingway, Fiestas», señala Manuel Baena, vocal del Círculo Taurino de Ronda José Antonio Morante.
El colectivo ha realizado este mediodía un homenaje al torero con motivo del centenario de su alternativa, depositando un ramo de flores en la estatua situada junto al picadero de la Real Maestranza de Caballería de Ronda.
«Esta figura describe muy bien una de las cosas que nadie ha sabido hacer después como él», destaca Baena, refiriénose a la revolera con capote. «Sólo fueron tres años de gloria, pero fueron tres años muy impactantes», añade.