Como cada Navidad, las puertas de la casa de Antonia están abiertas para todo el que quiera visitar el particular Belén que monta su hijo Francisco.
Está ubicado en la sala que en el pasado funcionó como obrador de la panadería familiar. Manolo Orellana, el nieto, nos explica que desconoce las dimensiones exactas ya que prácticamente la bordea:
“Yo siempre digo 30 metros por decir algo, pero es grandísimo. Ten en cuenta que mi padre empieza a montarlo en junio. Yo estoy fuera, pero cuando vengo me gusta ayudarlo o cambiarle las cosas de sitio», bromea.
Fue en 2013 cuando comenzó esta afición que le ha llevado a elaborar sus propios edificios y escenarios. “Él lo hace porque le gusta y le hace muy feliz que la gente disfrute al verlo, sobre todo los niños y las niñas del colegio. Sabemos que los que vienen lo valoran. Tiene mucho trabajo detrás y aquí no se tira nada, se reconstruye”, añade Manolo.
Además, uno de sus principales atractivos son los guiños y homenajes que le hace a su pueblo, como la fuente, el Ayuntamiento, la droguería, la Iglesia y hasta la antigua tienda de Mariquita. También ha incluido pequeños detalles como los paneles informativos de cerámica o la revista El Hacho. Por supuesto, ha recreado la entrada a Hundidero y hasta Ronda está representada por el Puente Nuevo.
En cuanto a las figuras, las hay de todo tipo, desde las más antiguas de Alemanía que ponía Antonia cuando sunieto era pequeño, hasta piezas de alto coste combinada con otras más baratas o pintadas por ellos.
No obstante, el hijo de Francisco reconoce que su esquina favorita este año es la del castillo. “Es enorme y el acabado es precioso. Además, la luz es perfecta y los espejos le dan mayor profundidad”.
