Sergio, Juan Pedro y Pablo eligieron ser administrativo, abogado y farmacéutico, respectivamente. Se formaron para desempeñar estas profesiones. Conscientes, en mayor o menor medida, de que la llamada de La Legión estaba latente en ellos, iniciaron sus andaduras laborales, pero, años más tarde, han imprimido un cambio a sus vidas y han respondido a su vocación de servicio a España.
Estos tres jóvenes de 28, 24 y 29 años, por el citado orden, han ingresado en esta unidad militar, con sede en Ronda, tras superar la dura Fase de Adaptación Legionaria (FAL). Han conseguido ponerse el gorrillo y hacer sus sueños realidad, al igual que el resto de sus compañeros, un grupo de casi 50 hombres y mujeres. Habitualmente, se producen dos incorporaciones de nuevos efectivos al año en La Legión.
“Cuando terminé la carrera, estudié para ser policía. Un compañero me comentó lo del Ejército y yo tenía en mente desde pequeño La Legión. Por tradición familiar, la he tenido muy cerca desde siempre. No quería quedarme siempre en un despacho, hasta mi jubilación”, explica Juan Pedro Pérez, natural de Marbella.
“Trabajé en farmacia durante un tiempo, pero me di cuenta de que el Ejército era lo mío. Quiero trabajar para poder ser farmacéutico militar”, confiesa Pablo Costela, de Tiena, en Granada; mientras que Sergio Rivas, de Ronda, relata que llevaba varios años pensando ingresar en La Legión: “Por miedo a los cambios, no daba el paso. Mi pareja me pegó el empujón», apostilla.
Una vez tomada la decisión, el camino a La Legión empezó en mayo, en Cáceres, en el Centro de Formación de Tropa (CEFOT-1), donde los aspirantes recibieron una preparación general para ser militares y, posteriormente, formación más específica en Infantería. En noviembre, se trasladaron a Ronda, al Acuartelamiento Montejaque, para adentrarse ya de lleno en La Legión.
“En Ronda han estado cuatro semanas. La primera se dedicó a la recepción y entrega de material y a empezar a enseñarles las tradiciones y la mística que caracterizan a La Legión. La segunda semana hicimos un ejercicio de campo en Chinchilla y las dos restantes, nos basamos en la tabla cerrada y en sí en la preparación del acto de alta y los ensayos”, explica el teniente Herrero, que ha estado al frente de la instrucción de este grupo.
El acto de alta tuvo lugar el pasado viernes. Acompañados por familiares y amigos, y siendo todavía aspirantes a legionarios, realizaron distintos ejercicios en el Patio de Armas y fueron sometidos a preguntas sobre La Legión por parte de sus mandos. Después, les impusieron el ansiado gorrillo, que cambiaron por el chambergo que los ha acompañado en la FAL.
“Es un cuerpo que tiene una mística muy especial, se diferencia mucho del resto, tiene una disciplina muy férrea”, explica Costela. “Me apasiona La Legión, sus virtudes, sus valores…”, añade Pérez. Rivas coincide con sus compañeros.
Para todos la FAL ha sido “muy dura”. Saben que el camino de servicio a su país lo seguirá siendo, pero bajo la satisfacción de haber respondido a la llamada de La Legión. “Ya somos legionarios”, terminan.





