Se acerca la medianoche y en la calle Ortiz Massaguer, frente al parque de San Rafael, dos niños salen a su balcón. Lo llevan haciendo todos los días desde hace dos semanas. Esperan al camión número 23 de SOLIARSA, que realiza su servicio de retirada de basura en este punto entre las 23.35 y las 23.50 horas. Algún día, cuando hay más faena, algo más tarde.
Los pequeños no faltan a su cita diaria con los operarios de la empresa municipal de limpieza y les aplauden desde casa cuando finalizan su trabajo. Estos últimos días, su padre baja a tirar la basura y pega en los contenedores soterrados los dibujos que los niños han elaborado para el personal de SOLIARSA.
Un homenaje a estos trabajadores públicos que, al igual que sanitarios, fuerzas y cuerpos de seguridad, camioneros, transportistas o empleados de supermercados y establecimientos que prestan un servicio esencial, también merecen un reconocimiento por su labor y por contribuir a que todo se desarrolle con la mayor normalidad posible.
Los operarios de SOLIARSA devuelven el aplauso a esta familia, encienden las luces y tocan el claxon de su vehículo antes de despedir a unos niños que, al igual que al médico que lucha porque una persona siga con vida o al agente de policía que intenta que se cumplan las normas, consideran héroes a los que preservan la ciudad y gracias a su trabajo diario la mantienen limpia.
Se acerca la medianoche. Y en el barrio de San Rafael ya hay dos niños nerviosos porque la medianoche está al caer y el camión número 23 ya va a llegar.




