Las puertas de la Iglesia de La Merced se abrían a las nueve menos cuarto de la noche para dar inicio a la estación penitencial de la Hermandad de María Santísima en la Soledad, con una bellísima dolorosa que ha quedado desamparada tras la muerte de su hijo, al que llora a los pies de una cruz ya vacía.
La Soledad ha puesto el broche a un Viernes Santo perfecto, en el que una multitud se ha congregado en la plaza de La Merced y en las calles que ha recorrido la Hermandad para disfrutar de la belleza y el recogimiento que le caracterizan.
La Imagen de María Santísima en la Soledad ha estado acompañada en su itinerario por un trío de música de capilla que ha dotado de emotividad y sentimiento la estación penitencial.
La Hermandad se encuentra cada año con la dificultad de la salida y la entrada a la Iglesia de La Merced, ya que sus 70 horquilleros tienen que solventar la escalinata de acceso con complicadas maniobras, bajo las órdenes de Álvaro Antonio Calderón.
Si todo trascurre con normalidad, esta será la última estación penitencial de Manuel Gazaba como Hermano Mayor, un cargo que ostenta desde hace más de veinte años.




