Honor, espíritu de superación y verdad en Los 101

Artículo de opinión de Manolo Guerrero
Noelia Alcaide, una de las últimas marchadoras en alcanzar la línea de meta.
Noelia Alcaide, una de las últimas marchadoras en alcanzar la línea de meta.

En dieciocho ediciones de los 101 Kilómetros ya se ha escrito y hablado detenidamente sobre todo lo que rodea a esta prueba: se ha ensalzado a los ganadores, la capacidad organizativa de La Legión, la heroicidad de iconos como Súper Paco, la dureza del recorrido o cómo la Serranía se vuelca con los participantes, salvo contadas excepciones de paisanos que exprimen la gallina de los huevos de oro sin darse cuenta de que nos perjudican a todos. 

Este año los titulares de prensa se han centrado en el anuncio sobre el posible cambio de fecha para el año que viene con el que nos sorprendía durante la Cena de la Pasta el General Martín Cabrero. Pero después de casi una década cubriendo informativamente esta prueba, lo que para mí la hace diferente es su esencia, la historia personal y de superación que hay detrás de cada uno de los 7.000 valientes que toman la salida.

Creo que uno de los grandes aciertos de la organización, clave en la consolidación de Los 101 y en que cada año se superen las 20.000 preincripciones, radica en la eliminación de los premios económicos. Cada participante libra una batalla contra sí mismo y el fin dista mucho de cualquier compensación material.

Vivimos en una sociedad cada vez más desvalorizada y los que nos dedicamos a este oficio lo comprobamos con una asidua frecuencia. Sirva como ejemplo lo que se puede ver cada fin de semana en partidos de fútbol que protagonizan niños, obsesionados desde pequeños por ganar mientras escuchan los insultos que algunos padres, desde la grada, dedican al árbitro, el entrenador o un jugador rival que bien podría ser su hijo.

Los 101 tienen alma. Participantes que detienen su marcha cuando observan que un compañero necesita ayuda; ciudadanos anónimos que, conscientes de la dificultad que entraña la prueba, aparecen con una botella de agua o comida en el lugar más inesperado y un público que ofrece ese empujón tan necesario en los momentos decisivos.

Aunque hayas experimentado antes momentos como los que se viven en la meta, no dejan de impresionar. Gente físicamente rota que gracias a su coraje consigue algo que para cualquier mortal parece inhumano. Y motivaciones admirables de participantes que se embarcan en esta locura por demostrarse a sí mismos, a seres queridos que ya no están o a otros que necesitan un empujón moral, que son capaces de todo. Los 101 están llenos de honor, de espíritu de superación y, sobre todo, de verdad.

@MGuerreroYuste

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