La palabra libertad ha estado ligada desde siempre al Carnaval. Una fiesta prohibida y hasta perseguida durante el régimen franquista en la que el pueblo, mediante coplas, expresaba libremente sus pensamientos, aun en la clandestinidad. Entre todos, si hay uno que destaca en nuestro país es el Carnaval de Cádiz, una fiesta reivindicativa, con autores comprometidos con los temas sociales que preocupan a la ciudadanía… una fiesta de la libertad.
Pues bien, nuestra comparsa, «Los Fieras», que ya consiguió por vez primera en 2010 el pase a los cuartos de final del prestigioso Concurso de Agrupaciones de Cádiz, fue descalificada ayer por el jurado en base a un informe elaborado por la junta ejecutiva del Patronato del COAC. El motivo, que según el artículo 17.7 del reglamento del concurso, se establece la prohibición expresa a los inscritos en este concurso de actuar o participar en ningún otro. Y la comparsa que dirige Raúl Mateos, una de las mejor valoradas tras su paso por preliminares, cometió el «pecado» de actuar en Málaga el pasado día 29.
¿Qué quiere decir esto? Fácil. Según este patronato de iluminados, una agrupación de Ronda, caso de «Los Fieras», no puede cantarle a su provincia, Málaga. Ni tampoco podría hacerlo en Ronda en el caso de que nuestra ciudad, como sucedía anteriormente, contase con un concurso propio. Una patada a la libertad en toda regla que restringe el concurso a las agrupaciones gaditanas, ya que también han resultado descalificadas otras agrupaciones malagueñas o sevillanas.
Una agrupación que lleva preparándose para la de Cádiz y otras citas desde hace muchos meses, que cuenta entre sus integrantes con voces tan privilegiadas como la del gaditano Fali Vila y que con su atrevido repertorio había conseguido levantar de su asiento al público de un teatro tan exigente como el Falla.
Y una normativa que demuestra que eso de la libertad es sólo de boquilla y cuando interesa. Porque nadie debe olvidar que el Carnaval de Cádiz es hoy día lo que es, además de por sus agrupaciones, por la repercusión que ha tenido fuera de La Tacita de Plata gracias a los medios de comunicación, los miles de andaluces y españoles que lo siguen cada año y el trabajo de agrupaciones foráneas como «Los Fieras», la comparsa de Córdoba o la chirigota de Santoña (Cantabria), que han sido capaces de defender con dignidad un repertorio en una ciudad que no es la suya, engrandeciéndolo y aumentando su universalidad pese a tener que aguantar letras como las del venerado comparsista Antonio Martín el pasado año, criticando lo que llega de fuera: agrupaciones y hasta público.
Ya le han hecho caso a Antonio. A ver si ahora, él y los que piensan igual, tienen la decencia de rechazar los muchos contratos que les llegarán una vez que el Gran Teatro Falla eche el telón, desde más allá del Puente Carranza.