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Una década después, Atajate vuelve a tener una farmacia

Ha decidido emprender y abrir su propia farmacia en este pequeño pueblo de la Serranía de Ronda // Paloma González

Ana Colchero es su propietaria: "He recibido mucho cariño por parte de los vecinos"

Paloma González

El pequeño pueblo de Atajate, de poco más 170 habitantes, vuelve a contar con una farmacia diez años después de que el último profesional abandonara este municipio de la Serranía de Ronda, situado en el Valle del Genal. Su propietaria es Ana Colchero, una joven natural de Alcalá del Valle, residente en Ronda, que ha decidido emprender y volver a ofrecer este servicio.

Son varios los motivos que han empujado a esta profesional farmacéutica a emprender y abrir su propio negocio tras más de nueve años trabajando en el sector:

“Me siento afortunada porque no he parado desde que terminé mis estudios. Pero tengo un bebé al que ahora necesito dedicarle más tiempo, así que decidí ser mi propia jefa y abrir una farmacia en algún lugar que no estuviera muy lejos de la ciudad”.

Indagando, Colchero descubrió que en el Ayuntamiento de Atajate había una licencia disponible de apertura para ofrecer este servicio, la cual llevaba en un cajón del consistorio serrano una década.

“Durante todos estos años, los atajateños han tenido a su disposición una especie de botiquín, que es como se le denomina. Un profesional, acudía un par de horas por las mañanas y abastecía a los ciudadanos de todos los medicamentos o productos fármacos que necesitaran, pero claro, no es lo mismo que tener una farmacia de verdad, disponible mañana y tarde, con todos los productos disponibles sin necesidad de solicitarlos previamente y a la que acudir en cualquier momento que se necesite”, explica.

Aunque parece algo muy obvio, las personas que viven en este pueblo no han podido comprar pastillas de ibuprofeno un miércoles por la tarde hasta hace un par de semanas, que es el tiempo que Ana Colchero lleva instalada en la nueva farmacia:

“Llevo muy poquito tiempo y es muy pronto para decidir si ha merecido o no la pena, pero estoy muy contenta porque he recibido mucho cariño por parte de los vecinos y la acogida está siendo muy buena”.

Con mucha ilusión, esta serrana espera que éste sea sólo el comienzo de una larga historia en un municipio que está sufriendo el fenómeno de la despoblación y que necesita más iniciativas de este tipo para poder fijar a una población que tiene los mismos derechos fundamentales que el resto de españoles.