“Después de 38 años detrás de la barra, me gustaría poder alquilar el local y descansar”

Juan Antonio agradece a sus clientes la confianza depositada en Bodeguita Los Caracoles desde que su padre abrió el negocio
El propietario de este negocio hostelero comenzó a trabajar en el sector con 16 años.
El propietario de este negocio hostelero comenzó a trabajar en el sector con 16 años.

Bodeguita Los Caracoles es uno de los establecimientos hosteleros más conocidos de la ciudad de Ronda. Situado en la calle Comandante Salvador Carrasco, junto a la estación de autobuses, es un lugar muy transitado por vecinos y visitantes.

“La mayoría de mis clientes son de aquí, aunque viene mucha gente de los pueblos y grupos de turistas que pasan por aquí y paran a tomar algo”, explica Juan Antonio Cabreja.

Él lleva casi cuatro décadas dedicado a este sector. Comenzó con su padre, Paco, en el año 1987, cuando apenas tenía 16 años. Tuvo su propio negocio junto a otro socio. “Se llama El Empujón. Allí estuvimos unos seis años y después me vine aquí, donde llevo 32”, explica.

Recuerda con cariño que su padre ha sido su gran maestro y su mayor enemigo. “Siempre estaba llamándome la atención por cosas que entonces me parecían tonterías y que ahora, con la edad, sí que entiendo. Pero eso eran todos los días dos o tres regañinas”.

Entre las muchas anécdotas que compartió con él, rememora aquella noche en la que tuvieron que volver al local de madrugada porque un cliente se había dejado una cartera con una gran cantidad de dinero en su interior:

“De esto hace 25 años. Por la tarde tuvimos un grupito que venía de terminar un trabajo. A las cuatro de la mañana nos tocan a la puerta de casa. Mis padres vivían en la calle Naranja, muy cerca. Por lo visto este hombre había perdido la cartera con dos millones y medio de pesetas. Por supuesto vinimos corriendo y aquí estaba. No sabía cómo darnos las gracias”.

Aquel local ha cambiado mucho desde entonces. “Esto era mucho más pequeño porque teníamos seis barriles grandes de vino. Pero las preferencias de los clientes han ido cambiando. Ya no se bebe tanta manzanilla a diario, por ejemplo. Así que nos hemos ido adaptando y cambiarlo por barriles muy fríos de cerveza”.

Otro de los cambios importantes ha sido la terraza. “Yo fui el promotor de las mesas en la calle. Empezamos con dos barrilitos y fíjate, ya todos los bares de esta zona tienen mesas en la calle”.

Actualmente él es el propietario y cuenta con la ayuda de una mujer en cocina, con 80 tapas en carta a precios muy asequibles. La más demandadas son los champiñones rellenos, el bollito a la rondeña, la ensaladilla y, por supuesto, los caracoles.

“Es la tapa estrella en temporada. De hecho, es nuestro nombre porque antes de venirnos aquí, mi padre tenía un bar en la calle Sevilla en el que se vendían muchos caracoles y al trasladarse le puso ese nombre”.

Juan se siente muy agradecido con la confianza y el cariño que ha recibido de sus clientes a lo largo de todos estos años. Asegura que considera a muchos de ellos parte de su familia. Y, aunque la hostelería es muy dura, no se arrepiente de haber tomado este camino profesional.

“Es un bar mágico, en la que la gente se encuentra a gusto y me cuentan sus problemas. Con el tiempo y la experiencia aprender a dejar los tuyos en casa y afrontar cada día con una sonrisa y la mejor actitud. Gracias a Dios he estado bien. No me ha faltado nada”, afirma.

No obstante, reconoce que la edad y el paso del tiempo empiezan a pasarle factura por lo que su deseo es poder retirarse el próximo año. “A todo el que viene le digo que aproveche porque en un año me quito de en medio. Estoy un poco cansado ya y me gustaría poder alquilarlo y que continuara con una persona competente que no dejara abandonados a mis clientes”.

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