Sor Pilar = Amar sin medida

Artículo de Fray Salva Jiménez, fraile franciscano
Sor Pilar, a la derecha, marcó la vida de muchas personas en nuestra ciudad.
Sor Pilar, a la derecha, marcó la vida de muchas personas en nuestra ciudad.

Si soy sincero la verdad es que no sé por dónde empezar. Desde que mi hermana me avisara de la muerte de sor Pilar la idea era escribir lo que mi corazón sentía ante esta noticia. Los recuerdos se arremolinan, las vivencias y los sentimientos no paran de venir a la cabeza.

¿Quién es para mí sor Pilar? En primer lugar puedo decir que ha sido una de las personas que más ha marcado mi vida en todos los sentidos, pero sin pretenderlo, sin imponerse. Cuando la conocí, yo tenía más o menos 16 años, no me imaginaba todo lo que iba a revolucionar mi vida esta bendita mujer.

He estado con ella en los campamentos que primero Cáritas y después a través de Jonimar organizábamos para los niños de nuestra ciudad, visitando sus casas, ayudándoles en las tareas escolares, con las actividades del seguimiento cada sábado durante muchos años. Ella fue quien nos fue llevando de la mano, pero con firmeza, a conocer lo que muchas veces nos negamos a ver o no queremos conocer: ancianos solos, viviendo en condiciones infra-humanas, niños que no querían salir de casa por sus problemas familiares… y nos hizo ver cómo tratarlos con esa ternura y a la vez con la seguridad de una verdadera madre, atendiendo a las necesidades inmediatas pero procurando la promoción, la educación… Sobre todo nos enseñó que la vida sólo tiene sentido si se da, si se entrega.

Nunca podremos olvidar cómo nos fuiste orientando, al grupo de monitores, por los caminos de la entrega, la formación, el servicio ¡no nos dejabas nunca! Y ahora te lo confieso ¡estábamos orgullosos de ti! porque siempre nos defendías, nos animabas. También nos regañabas y nos ponías en la verdad ¡pero cuanto te debemos! Nos has hecho ser como somos.

Con los muchachos de Proyecto Hombre, donde tenía puesto un trozo de su corazón ¡cuántas cosas hemos aprendido sor Pilar! Y en la guardería, la guardería de sor Pilar como la seguiremos llamando, cuantas horas hemos echado con los chiquillos, en las comidas ¡cómo te emocionabas con ellos!

Eso es, ni un minuto era para ella, todo su tiempo para los demás, todas sus ideas para ayudar a los otros, su fuerza para defender a los que no tenían fuerzas. Nunca hubo un reto tan difícil que te echara atrás ni un bache en el camino que te tumbara. Nos has ensañado a ser fuertes, a hablar claro y a AMAR SIN MEDIDA.

¿De dónde salían estas fuerzas, toda su actividad? Sin duda de su amor al Cristo del Evangelio. Un amor profundo a Dios que se hace concreto en el amor al prójimo. Bien puso en práctica el texto de Mateo 25: tuve hambre y me diste de comer, estuve enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme, estuve desnudo y me vestisteis… Sí, a sor Pilar no le ha faltado hacer ni una de estas obras. Y toda su fuerza nacía de esa vivencia de Dios, del Evangelio, comprendiendo que si Jesús dio su vida fue para que nosotros hiciéramos lo mismo.

Nunca me voy a olvidar de una de las frases que me decía, de San Vicente de Paul: si estás en la oración y un pobre te reclama ve y atiéndele, porque es dejar a Dios por Dios. ¡Y lo puso en práctica! Cuantas veces fue la viuda del Evangelio ante el juez injusto que la atendió por su insistencia ¡cuántas horas sentada en la puerta del despacho del alcalde hasta que la atendía! ¡ya está sor Pilar aquí otra vez y no se va hasta que no la atienda! Y lo mejor que no era para ella sino para sus pobres, para los niños, los jóvenes o ancianos que la reclamaban.

Y como Jesús lloraba porque eran como ovejas que no tenían pastor al ver el sufrimiento y la desesperación de tantos. Sufría con todos, pero se levantaba para luchar, sin descanso hasta ver la solución al problema en cuestión. Y es que al día le faltaban horas, y no importaba el tiempo, ni el frío ni el calor, ni la lluvia ni el viento la paraban. ¿De dónde sacaba la fuerza esta mujer tan menuda cuando la veíamos camino de la Dehesa y el viento se la llevaba? ¡Impresionante! Esa fuerza sólo, para un cristiano, la da la fe, una fe recia de burgalesa de las de verdad.

Gracias a su ejemplo muchos encontramos el sentido verdadero en nuestra vida. En mi vocación como franciscano sor Pilar ha sido una piedra fundamental. Nunca me dijo hazte cura o fraile. Pero su ejemplo me marcó mucho más de lo que ella se pensaba y si ahora mismo soy fraile franciscano ha sido gracias a sor Pilar. Y espero que ella siga siendo esa voz de la conciencia que nos siga diciendo, que me siga diciendo: un franciscano tiene que estar al lado de los pobres, de la gente sencilla. Si sigues a Cristo, como Francisco de Asís, date a los demás.

Necesitábamos un poco más de tiempo para seguir aprendiendo de tu vida, de tu entrega. Aún enferma y con dificultad siempre has estado al pie del cañón, y cuando no podías salir a la calle ¡el teléfono echaba humo!

Toda Ronda debería estar en la calle para darte el último adiós. Pero no importa ¡que poco te gustaban los homenajes y los nombres de las calles! Otro texto del evangelio me viene a la cabeza que no vea tu mano izquierda lo que hace tu derecha. Te puedes ir tranquila ¡de sobra! Has hecho lo que tenías que hacer ¡y mucho más!

¡No sabes cuánto te vamos a echar de menos! Es un poco egoísta este sentimiento, te queríamos entre nosotros. Tú nos regañarías y nos dirías: ahí tenéis a los pobres. Mientras haya alguien que sufre no te quedes tranquilo en tu comodidad, entrégate también tú.

Tendría muchas cosas más que decir, pero esas se quedan entre sor Pilar y yo. Sé que te has ido pero que como siempre nunca nos dejarás, que seguirás velando por cada uno de nosotros, que serás la voz que nos recuerde que hay gente que sufre y que nos necesita. Hoy la tierra, hoy Ronda, está un poco más triste, tiene un poco menos de luz. Pero en el cielo hay fiesta, te han recibido todos los pobres a los que has atendido y se ha montado una buena.

Sólo te digo: ¡Sor Pilar te queremos! ¡No te olvidaremos nunca! ¡Gracias Señor por todo lo que nos has dado con ella, por todo lo que hemos vivido junto a ella¡ ¿Cómo podremos pagar tanto bien que nos has hecho a través de su persona? Anda y ve, haz tú lo mismo (Lc 10, 25-37)

Ávila 27 de noviembre, día de la Milagrosa

 Fr. Salva Jiménez Durán

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