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Más de 20 años sin un Conservatorio Profesional de Música en Ronda

Desde que se inaugurara en 1999, la Junta de Andalucía se comprometió a dotar a Ronda de un Conservatorio Profesional. // Conservatorio de Música Ramón Corrales

Desde que se inaugurara en 1999, la Junta de Andalucía se comprometió a dotar a Ronda de un Conservatorio Profesional. // Conservatorio de Música Ramón Corrales

Cada año más alumnos deciden dejar la música ante la imposibilidad de compaginar sus estudios académicos con los que cursan en el Conservatorio

19 Nov 2021 - 11:37 // Charry TV Noticias

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Mario Calle vio frustrado su sueño de ser profesor de guitarra y a día de hoy cursa la carrera universitaria de Criminología en Granada. // Mario Calle
Mario Calle vio frustrado su sueño de ser profesor de guitarra y a día de hoy cursa la carrera universitaria de Criminología en Granada. // Mario Calle

Natalia Ortega abandonó sus estudios de piano por la incapacidad de compaginarlos con el instituto. // CharryTV
Natalia Ortega abandonó sus estudios de piano por la incapacidad de compaginarlos con el instituto. // CharryTV

Para Javier Millán fue una difícil decisión abandonar la guitarra a solo dos cursos de completar el Grado Profesional. // CharryTV
Para Javier Millán fue una difícil decisión abandonar la guitarra a solo dos cursos de completar el Grado Profesional. // CharryTV

María José García

El alumnado, las familias y el equipo docente del Conservatorio Elemental de Música ‘Ramón Corrales’ llevan reivindicando desde hace más de 20 años que Ronda cuente con un Conservatorio Profesional, con el objetivo de que los estudiantes que cursan sus estudios en estos niveles no deban desplazarse a Málaga para completarlos.

Fue en 2000 cuando la Junta de Andalucía autorizó que en Ronda se impartiera el primer ciclo de enseñanzas profesionales como aula de extensión del Conservatorio Profesional de Música ‘Manuel Carra’ de Málaga, es decir, los dos primeros cursos de un grado que está conformado por seis. Posteriormente, no sería hasta 2016 cuando la administración andaluza dio luz verde a la impartición del segundo ciclo de enseñanzas, tercero y cuarto, y, en la actualidad los alumnos que completen los cuatro primeros cursos del grado profesional deben viajar a la capital malagueña cada martes y viernes para poder culminar esta etapa.

En total, los músicos invierten alrededor de 17 horas semanales entre los traslados y las clases en el conservatorio ‘Manuel Carra’ y sus familias deben aportar más de 70 euros mensuales para el transporte en autobús. Para más inri, la circunstancia de no poder dedicar más de dos tardes a todas las asignaturas que requieren esos cursos implica que una parte importante de los rondeños y serranos que cursan los últimos años del grado pierdan horas de clase, llegando incluso a suspender asignaturas ante la imposibilidad de acceder a su contenido completo.

Con el objetivo de hacer visible esta problemática, canalizar la reivindicación de todas las familias afectadas y exigir una solución a más de dos décadas de promesas incumplidas, a finales de octubre nacía la Plataforma ‘Conservatorio Profesional Para Ronda Ya’.

En el manifiesto a la que su portavoz Aránzazu Legardón dio lectura el día de su presentación, el colectivo señalaba la contrariedad de que esta problemática se haya enquistado mientras que la Junta ha cedido ante municipios con un menor número de habitantes y más cercanos a conservatorios profesionales que Ronda.

“Hemos contemplado con incredulidad y desolación como la Consejería de Educación ha ido autorizando estudios de grado profesional a los Conservatorios de localidades como Guadix, Motril, Pozoblanco, Fuengirola, Algeciras y, más recientemente, Bollullos del Condado y Cuevas de Almanzora, con poblaciones que rondan los 15.000 habitantes y más cercanas que Ronda a un conservatorio profesional, dejando una y otra vez olvidada a nuestra ciudad. No resulta justificable que no se atienda la reiterada petición de Ronda que, con sus 35.000 habitantes y siendo cabeza de una extensa comarca históricamente mal comunicada con su capital de provincia y con graves problemas de despoblación, se encuentra, comparativamente hablando, en una situación infinitamente más desfavorable y deficitaria”, expresaba la presidenta.

La actual directora del Conservatorio Elemental de Música ‘Ramón Corrales’, Margarita Pavía, rememora cómo en diciembre de 1999, cuando se inauguraba el centro en su ubicación actual, un edificio que cedió la Fundación Unicaja en la Plaza de María Auxiliadora, el por aquel entonces Consejero de Educación, Manuel Pezzi, se comprometió a que Ronda contara con un Conservatorio Profesional, tan pronto como la ciudad creara una Escuela Municipal de Música. Dicha escuela abría sus puertas al año siguiente, pero el Conservatorio Profesional no llegó.

“Desde entonces hemos reivindicado el Conservatorio en viajes a Sevilla y a Málaga, llevando un autobús lleno de padres hasta la delegación de Málaga, con una orquesta tocando en la puerta de la Consejería y, cada año, los anteriores directores del centro y yo misma hemos informado de la situación a las familias”, sostiene Pavía.

Mario, Natalia y Javier, obligados a renunciar a la música

Uno de los sueños de Mario Calle cuando era niño, montejaqueño de 18 años, era convertirse en profesor de guitarra. Sus padres le inculcaron el amor por la música y con el transcurso de los años fue descubriendo una posible vocación en la docencia. Sin embargo, cuando culminó 4º de Grado Profesional y llegó la hora de vivir en primera persona la experiencia de compaginar Bachillerato en el instituto con 5º de Profesional en ‘Manuel Carra’ acabó descartando esa posibilidad por el estrés que le supuso.

“Para mí fue demasiado agobio, demasiada frustración, porque soy de Montejaque que está a 20 minutos o media hora, entonces para ir al instituto salía a las siete de la mañana de mi casa, terminaba a las tres menos cuarto y, a las tres, tenía que estar en el autobús. Iba para Málaga, volvía y al final me plantaba en mi pueblo a las doce o doce y media de la noche, y así todos los martes y viernes. Acababa rendido y dormía unas cinco horas y media porque también tenía que ducharme y prepararme para el día siguiente”, relata.

Además, Calle rememora que el trajín de aquellos días le afectaba tanto a su rendimiento académico como a su alimentación, ya que por falta de tiempo debía almorzar un bocadillo esos días de la semana en su viaje a la capital malagueña. Así, lo que en un inicio se configuraba como una ilusión de futuro acabó transformándose en jornadas maratonianas que acababan restándole horas de estudio, de descanso y de ocio.

“Llegó un momento en que no podía más con el conservatorio, porque me estaba afectando a mis estudios. Si no podía ser profesor de guitarra, mi segunda opción era estudiar Criminología y, para entrar en la carrera, hacía falta una nota muy alta. Si el ritmo que llevaba me afectaba a las notas que sacaba en el instituto el plan B ya se me estaba cayendo y eso no lo podía permitir”, admite el joven.

Calle explica que pretende compaginar su carrera universitaria con el sexto curso de Profesional en el momento en que pueda solicitar un traslado de expediente a Granada, ciudad donde reside, con el objetivo de no abandonar el instrumento.

El caso de Natalia Ortega, antigua alumna de piano del Conservatorio de Música ‘Ramón Corrales, también refleja hasta qué punto condiciona a los músicos la continuidad de su formación el hecho de tener que viajar dos veces en semana a Málaga. La joven cursa 4º de ESO y desde este curso ya no pertenece al conservatorio, consciente de que no iba a ser capaz de compaginar sus estudios académicos con los musicales.

“Tengo amigos que han tenido que desplazarse a Málaga para seguir cursando el Conservatorio. Para ellos ha supuesto, por ejemplo, la tarde de los viernes terminar el instituto y rápidamente salir corriendo para la estación, desplazarse a Málaga y estar toda la tarde allí, y eso dependiendo de que algunos profesores compartan que solo acudas a una de sus clases. Conozco a compañeros cuyos profesores no se lo han permitido y han tenido que llegar a suspender asignaturas por no poder desplazarse dos días a Málaga”, manifiesta Ortega, quien admite que, poco a poco, ha ido concibiendo su dedicación al piano como “un hobby, una pasión”, que le inculcó uno de sus tíos. Natalia ve en la plataforma una herramienta útil de reivindicación.

Javier Millán, de 16 años, tomó la decisión de dejar la música cuando terminó 4º de Grado Profesional, a falta de dos cursos para completar esta etapa: “Empezaba los estudios de bachillerato y el transporte que tenía que realizar a Málaga para cursar quinto y sexto me hicieron abandonarlo. Ese era el principal problema. Hubo años en los que pensé en terminar el grado medio y el superior, pero viendo el tema de tener que ir a Málaga decidí terminar en cuarto”.

Millán recuerda que, aunque fue una decisión dura, su familia le apoyó en todo momento, y reconoce que, tras todo el tiempo, esfuerzo y dinero invertido, no le gustaría abandonar la guitarra de forma definitiva.

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