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Recuerdo que de pequeña

Una joven hermana del Ecce-Homo, durante la estación penitencial del Jueves Santo de 2014 // CharryTV

Una joven hermana del Ecce-Homo, durante la estación penitencial del Jueves Santo de 2014 // CharryTV

Artículo de opinión de María García sobre la actual situación en la Hermandad del Ecce-Homo

03 Feb 2017 - 13:47 // Charry TV Noticias

Me recuerdo de pequeña. De muy pequeña. Cuando tenía más voz que cuerpo. Pidiendo a mi madre, a mi hermano, a mi prima y a todo ser viviente que sabía que podía hacer algo en el asunto, que me hiciera hermana del Ecce-Homo. Y siempre obtenía la misma respuesta: "Del año que viene no pasa, ¿vale?". Pero el año siguiente siempre pasaba. Que si está muy lejos. Que si es muy larga. Que si acaba muy tarde. Que si eres muy chica. Todo eran excusas.

Pero hubo un año que no pasó. Que, cuando menos lo esperaba, mi madre me llevó de paseo y pasamos la Alameda y cruzamos el Puente y cuando parecía que calle Armiñán se acababa, entramos en la Casa de Hermandad. Y cuando ni aún lo creía, tenía en mis manos la medalla y la túnica.

De aquella primera túnica han pasado ya doce años. Doce años. Que se dice demasiado pronto. Doce años de las prisas por estar la primera. De los nervios. De las noches sin dormir rogando a las nubes que no hicieran presencia. De madrugar para abrir la ventana. Del llanto inconsolable de quien se pasa esperando algo todo un año y al final se lo quitan de las manos. Del salir corriendo después de soltar el farol para ir a abrazar a mi hermano, en una horquilla del señor. De ver la mirada orgullosa de quien sabe que lo ha hecho bien. De la alegría de reconocer caras en algún culto del resto del año.

Recuerdo que de pequeña. De muy pequeña. Cuando tenía más voz que cuerpo. Alguien me dijo una vez que si sembraba orgullo, solo cosecharía pérdidas. Así que no es momento de seguir avivando el fuego. No necesitamos más leña. Ni falsos héroes que digan que con ellos, esto no hubiera pasado.

Nos hemos equivocado todos. Partiendo de ahí, saquemos la garra de aquellas viejas historias de quien cogía su furgoneta y se iba a por flores al campo, porque no había otra cosa. De quien se desvivió porque la hermandad fuera siempre a mejor, aunque no siempre lo consiguiera. De quien sabe que nunca es tarde para volver a empezar.

Cuando yo dudaba entre volver o no. Cuando decía aquello de "este año es el último", siempre había cosas que me hacían olvidarlo. Una de ellas era el encuentro. Nuestro punto de encuentro. No me creo que alguien que vivió aquello, aunque sea solo una vez, se quite la oportunidad de revivirlo de nuevo por una persona, por una discusión o por una deuda interminable.

El que quiera, que siga, y el que no, que no. Sin reproches. Ni a unos ni a otros. Ni a los que se queden ni a los que se vayan. Y si alguien se quiere unir, a pesar de la tempestad, que le escriba a comisario.eccehomo@gmail.com.

Recuerdo que de pequeña. De muy pequeña. Cuando tenía más voz que cuerpo. Escuché que cuando las cosas se hacen con el corazón, nunca se pierde.

Y el amor es nuestra bandera.

Qué sé yo.

 María García

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